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Luis María de la Calle, quien denunció abusos en el Instituto del Verbo Encarnado, conversó en exclusiva con FM 92.9 Continental San Rafael, sobre lo que vivió de niño y de la responsabilidad que le correspondía al fundador de la congregación, Carlos Buela, quien falleció y fue sepultado esta semana en una gran ceremonia en las instalaciones del instituto religioso de El Chañaral.
La muerte de sacerdote Carlos Buela, fundador del Verbo Encarnado no pasó desapercibida en la congregación y los fieles del instituto religioso, quienes pudieron hacer una gran despedida a su guía. Pero para otros, como Luis De la Calle, el fallecimiento de Buela significa que un delito del que fue víctima, quedará impune.
De la Calle fue abusado a los 12 años en el Instituto del Verbo Encarnado (IVE) por quien era el encargado de cuidarlo junto a los otros chicos que formaban parte del Seminario Menor, el diácono Miguel Ángel Paz. Ocho años después le contó lo sucedido al sacerdote que estaba al frente del Seminario Mayor, pero su denuncia no llegó a la Diócesis de San Rafael. Recién en 2017 la Iglesia supo del tema, intervino y el abusador fue expulsado por el Papa.
Ahora, desde Buenos Aires en donde reside con su familia, comentó que llegó a San Rafael en 1997, con 12 años, e ingresó al Seminario Menor, “donde los chicos viven en una casa en común y van al colegio Alfredo Bufano, en la calle Ortubia”, y fue allí donde sufrió los abusos sexuales que relató tiempo después, pero que extrañamente quedaron en la nada. Pero ahora, lo que más preocupa a De la Calle, es que al fallecer Carlos Buela, su denuncia quedará en la nada.
“Con respecto a mi caso Buela era el encargado de llevar adelante los correspondientes procedimientos que la misma Iglesia manda, y no lo hizo. Por eso el 6 de diciembre del 2022 presenté una denuncia en el Vaticano -la segunda- contra Buela por encubrimiento. Ahora murió y me comunican que las cosas quedaron ahí, que no se puede hacer nada hacia una persona muerta”, comentó.
Según él, “Buela aparte de los abusos que él cometió hacia adultos seminaristas y sacerdotes, también tiene sobre sus espaldas un gran peso, que es el encubrimiento para que no se conociera lo que le sucedió a un seminarista menor de 12 años. Si lo hicieron conmigo ¿por qué no lo habrán hecho con otros también?”
Destacó que si bien Buela no fue quien abusó de él, “fue el responsable de haber llevado adelante las cosas como deberían y no como se hicieron. Recién monseñor Taussig, que fue el anterior obispo de San Rafael, hizo lo que tenía que hacer, pero para ello yo tuve que hablar, cuando tendrían que haberlo hecho desde el IVE”. La denuncia llegó a Roma a través de Taussig, pero “desde la congregación señalaron en una actitud miserable, que el abusador –Migue Ángel Paz- no pertenecía al IVE y que se le había sacado el sacerdocio”. Y agregó que “las cosas las tapan mientras puedan, pero ni bien hay que pagar los platos rotos obviamente se lavan las manos”.
De la Calle afirmó que el sacerdote a quien él le confió lo sucedido fue Gabriel Zapata, “para colmo es el actual rector del mismo Seminario Menor donde ocurrieron los hechos, sigue estando ahí como rector a pesar de su negligencia en el obrar reconocida por el mismo. Lo entiendo a Zapata porque él le contó todo al padre Buela y lo que hizo fue obedecer a Buela”. Al respecto, explicó que Zapata fue investigado exhaustivamente por el actual obispo Domínguez, “quien lo declaró inocente de encubrimiento, porque justamente Zapata refirió todo al padre Buela, que en definitiva era el último responsable”.
La denuncia penal realizada por De la Calle continúa su curso. “A fines de 2016 hice la denuncia pero quedó en la Fiscalía. La retomamos ahora, el año pasado volvimos a presentar la denuncia, esta vez con un abogado que me está ayudando y podemos decir que está todo encaminado”.
A pesar de todo lo que le sucedió de pequeño De la Calle continuó en el seminario y fue ordenado sacerdote. “Deposité toda mi confianza en los superiores, mi denuncia al padre Zapata fue verbal, nunca se me hizo firmar nada, tampoco recibí ayuda profesional. Él escuchó mi denuncia y nunca más se habló del tema. Seguí, tenía que perseverar, no renunciar jamás. Uno estando dentro del Instituto del Verbo Encarnado a veces no llega a darse cuenta mucho de las cosas, porque es como una secta, te embaucan, te tienen ahí atrapado. Obviamente que uno es libre de irse, yo no me fui, pero también es difícil para una persona que está allí desde chiquito, se realiza un lavado de cerebro prácticamente, porque uno siente culpa de irse, te tratan de traidor, que renunciaste a la vocación de Dios”.
Por otros miembros del IVE que actualmente están fuera, se enteró que Buela había abusado de seminaristas mayores y de sacerdotes. “No podía creerlo, el me advirtió y me dijo que también debería denunciarlo. Ahí es donde abro un poco los ojos, y digo, es verdad, acá hay cosas oscuras”, relató. Fue allí cuando decidió dar un giro a su vida. “Dejé el Instituto del Verbo Encarnado, volví a mi casa en Buenos Aires, empecé una vida nueva, cuando el Santo Padre me concedió el poder del ministerio formé una familia, tengo dos hijos, y ahora como padre de familia tomo total conciencia de lo que significa el abuso de un menor”, dijo.
“Denuncié y cuento lo que me pasó por lo que puede llegar a significar en la vida de una persona. Por eso es que advierto, prevengo y que cada uno haga lo que quiera después, pero sin olvidarnos que este instituto, tiene ciertas características sectarias”, concluyó.
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