Teruel, 25 de marzo de 2025
Prot. n. IVE-010 /2025
AMAR MÁS Y MEJOR AL IVE
Carta con motivo de la Solemnidad de la Encarnación del Señor
Queridos hermanos del Instituto del Verbo Encarnado,
Con motivo de la Solemnidad de la Encarnación del Señor, misterio que da nombre e inspiración a nuestra Congregación, quisiera enviarles un saludo muy cordial a todos ustedes, de modo especial a quienes están sufriendo.
Después de dos meses y medio como Delegado Pontificio, deseo agradecerles sus atenciones en todas las casas que he visitado: Montefiascone, Acilia, Segni y Fossanova. A pesar de que –como es normal– muchos de ustedes desearían un gobierno propio para el Instituto, me han dispensado una acogida cariñosa y fraterna.
También quisiera agradecer la inestimable ayuda de los colaboradores más cercanos: los provinciales y los miembros del consejo general. Espero poder ir intensificando un trabajo sinodal, para escuchar juntos al Espíritu y tomar las decisiones que en cada momento sirvan para el bien de la Iglesia y del Instituto y, por tanto, para la extensión del Reino de Dios.
En estos dos meses y medio, he podido palpar en sus comunidades valores tan importantes como el deseo sincero de seguir a Jesucristo, la voluntad decidida para transmitir su amor y su palabra, la disponibilidad para misionar en los lugares más complicados, así como la austeridad y la capacidad de renuncia. Es indudable el inmenso bien que el Instituto realiza en ustedes mismos, en sus familias y en las personas con las que trabajan en tantos lugares del mundo, en tantas periferias.
Tampoco puedo esconderles que estoy encontrando fuertes resistencias para admitir algo obvio: el Instituto del Verbo Encarnado, como cualquier institución eclesial y como la misma Iglesia —semper reformanda—, ha de reconocer el daño producido por algunos de sus miembros y ciertas dinámicas –internas y externas– que no transparentan el estilo de Jesucristo.
El Instituto del Verbo Encarnado… ha de reconocer el daño producido por algunos de sus miembros y ciertas dinámicas… que no transparentan el estilo de Jesucristo.
Sólo con una actitud de sincera conversión, podremos avanzar. Recuerden que “lo que no se asume, no se redime”, como enseña San Ireneo de Lyon y ustedes tantas veces predican.
En no pocos momentos he tenido la sensación de que el amor al Instituto es tan grande, que no les permite reconocer elementos concretos en los que se evidencia la necesidad de una reforma.
Por eso, como Delegado Pontificio, no les voy a pedir que amen menos al Instituto, ¡todo lo contrario! Les pido que lo amen más y mejor, con los ojos más abiertos, para identificar tanto el bien como el mal; pues sería una pena que por la resistencia a reconocer los errores, se eche a perder el gran bien realizado.
Espero que poco a poco seamos capaces de señalar ámbitos y acciones concretas de renovación, y podamos vivirlas no como una infidelidad al carisma, sino como un bien para la Congregación.
Con el deseo de que puedan celebrar con alegría y esperanza la fiesta de la Encarnación del Hijo de Dios, les bendigo y les saludo cordialmente en el Señor.

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