Luego de darte cuenta de que existe un círculo vicioso cerrado, que no te impide ver más allá ni mucho menos salir del mismo, el siguiente paso era romperlo, para liberarte definitivamente.
Ayer decíamos en la primera parte, que para ello es necesario coraje para pensar libremente.
También mencionábamos que se precisaba constancia en este intento de salir. Porque la tentación de regresar a la comodidad de «no me corresponde enterarme», o «no es mi competencia juzgar», es muy grande.
Hoy les quiero presentar un paso más en este camino de salida.
Vista la flecha, síguela.
¿Cómo hago para pensar libremente? ¿Necesito de alguien más?
Probablemente sí. Porque la información que te brindan adentro es muy limitada y muchísimas veces falsa. Por lo tanto, hoy hablaremos muy brevemente de algo que para el IVE está muy mal visto, y es hablar con alguien de afuera.
Sí; es muy simple y muy humano: animarse a entrar en contacto con los que no forman parte de «nuestra familia». Afuera también hay mucha gente buena, y que quizás, simplemente, no la conozco.
Me pueden ayudar otros sacerdotes, que no sean de mi misma congregación, o sí, pero que tengan más libertad de espíritu, y sepa que son excelentes.
Este paso tan importante nos recuerda y evoca inevitablemente una de las características muy típicas de las comunidades que han caído en un sectarismo cerrado: no hablar con los de afuera, porque «te hace daño», «es peligroso», «no te compete», «no se recomienda», «te daña el alma», y miles de frases por el estilo.
Hace unos días publicábamos un resumen de 11 síntomas del espíritu sectario, muy buenas. La reflexión terminaba con algunos consejos. Creo que vale la pena recordar uno muy práctico, muy sano, para nuestro propósito, y es el siguiente:
«Creo que el consejo más importante es el siguiente: es muy sano conversar con personas buenas, sabias y bienintencionadas externas a la comunidad. Puedes hablar con tu obispo o con algún sacerdote amigo que pueda darte luces y una opinión imparcial«.
Me consta, (porque a mí me pasó, y a mucha gente que me contó cosas parecidas), que en el IVE y las Servidoras no te permiten hablar con ninguno de afuera. Eso no es normal.
Cuando yo pedí autorización a mi provincial para hacer un retiro espiritual en la Trapa, los monjes cistercienses, se me negó de entrada, y para poder finalmente asistir, tuve que intercambiar 8 mails de discusión, argumentando, explicando y mucho más, para que me dejen ir. Yo quería justamente hacer eso: hablar con alguien imparcial y de probada sabiduría: el Abad.
Por lo tanto: mi consejo en este segundo paso, es animarte a hablar con los de afuera, con imparcialidad, sabiendo que el mundo no se acaba adentro del IVE.
Esto es todo por hoy.
Que Dios los bendiga.
Luis de la Calle
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