La situación en torno a las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (SSVM) sigue generando profunda preocupación debido a las recientes revelaciones acerca de sus prácticas en relación con la admisión de nuevas vocaciones.
Según testimonios recientes, las SSVM continúan aceptando postulantes bajo el pretexto de realizar un «voluntariado», animándolas a iniciar estudios, aunque únicamente carreras cortas, y prometiéndoles que en pocos años todo regresará a la normalidad. Este proceder es particularmente grave, ya que no existe certeza alguna sobre el futuro inmediato del instituto religioso, el cual atraviesa una profunda crisis institucional.
Esta práctica parece reflejar la típica «viveza criolla» del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), congregación a la que las SSVM están vinculadas, caracterizada por encontrar siempre maneras de eludir o manipular las regulaciones: una manifestación más del conocido refrán «hecha la ley, hecha la trampa», actitud que ha sido recurrente en sus casi 40 años de existencia.
La gravedad de la situación ha llegado al punto de que la Delegada Pontificia, Hna. Clara Echarte, con el respaldo expreso de la prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada e incluso con la aprobación y firma del mismísimo Papa Francisco, ha solicitado recientemente a las miembros del antiguo gobierno general (ex-madre Corredentora, etc.) residentes en la Casa Generalicia que regresen a sus países de origen y dejen a la Delegada Pontificia tranquila para hacer su trabajo. Bajo pena de excomunión si se negaban a irse. Esta medida refleja claramente que las autoridades eclesiásticas están considerando seriamente intervenciones más profundas o incluso la disolución del instituto.

Todo esto semanas más tarde del patético show de Corredentora y otras hermanas rezando el Rosario bajo la ventana del Papa cuando se encontraba en el Hospital Gemelli gravemente enfermo, con el propósito de «torcerle el brazo» a Francisco.
Este contexto convierte las prácticas mencionadas en una seria vulneración de los derechos y libertades fundamentales de las jóvenes aspirantes. Se trata de un abuso espiritual y psicológico que debe ser visibilizado y denunciado, exigiendo plena transparencia y responsabilidad por parte de las autoridades del instituto y del propio Vaticano.
Ante estos hechos, es esencial alertar a aquellas jóvenes que estén considerando integrarse a esta comunidad religiosa sobre la incertidumbre que actualmente rodea su futuro. Es igualmente importante que las autoridades eclesiásticas actúen con rapidez y claridad para poner fin a estas prácticas abusivas.
La transparencia y el respeto por las decisiones personales y vocacionales deben prevalecer en cualquier instituto religioso, especialmente en momentos tan críticos como los que atraviesan actualmente las SSVM.
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