La efebofilia, entendida como la atracción sexual de adultos hacia adolescentes en etapas medias o tardías (generalmente entre 14 y 21 años), ha sido un tema delicado en la Iglesia Católica, especialmente en casos como los del Cardenal Theodore McCarrick y el Padre Carlos Buela. Ambos clérigos enfrentaron acusaciones de conductas sexuales inapropiadas dirigidas principalmente hacia seminaristas, un grupo vulnerable debido a la dinámica de poder y confianza en el contexto religioso. Este artículo analiza estos casos, centrándose en los seminaristas como víctimas.
Theodore McCarrick, exarzobispo de Washington y cardenal hasta 2018, fue acusado de abusar sexualmente de seminaristas adultos durante décadas. Según informes, como el publicado por The New York Times en 2018, McCarrick invitaba a jóvenes seminaristas a su casa de playa en Nueva Jersey, donde los sometía a tocamientos indebidos y otras conductas sexuales inapropiadas. Estas acciones se valían de su autoridad como figura eclesiástica prominente, lo que dificultaba que las víctimas denunciaran. Aunque también enfrentó cargos por abuso de menores, las acusaciones más numerosas involucraban a seminaristas, a quienes manipulaba con promesas de ascenso o favores espirituales. En 2019, el Vaticano lo expulsó del sacerdocio tras un juicio canónico que confirmó los abusos, marcando un precedente como el primer cardenal secularizado por estos motivos.
Por su parte, Carlos Buela, fundador del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) en Argentina, fue acusado de conductas sexuales inapropiadas con seminaristas adultos de su congregación. En 2016, el Vaticano confirmó la veracidad de las denuncias, que incluían abusos sexuales y manipulación psicológica, según un comunicado leído por el arzobispo de San Rafael, Eduardo Taussig. A diferencia de McCarrick, no se constataron abusos de menores, pero las víctimas, seminaristas bajo su dirección espiritual, eran adultos jóvenes en una posición de subordinación. Buela fue apartado del IVE en 2010, se le prohibió contactar con sus miembros y fue recluido en un monasterio en Italia hasta su muerte en 2023. Sin embargo, las acusaciones señalan que desafió estas sanciones, manteniendo influencia en la congregación.
En ambos casos, la efebofilia se manifestó en un contexto de poder asimétrico, donde los seminaristas, aspirantes al sacerdocio, dependían de la guía y aprobación de estas figuras de autoridad. La relación McCarrick-Buela también es notable: McCarrick apoyó financieramente al IVE, donando casi un millón de dólares entre 2004 y 2017, y compartió espacios con Buela, como ordenaciones en San Rafael.
Las respuestas institucionales han sido criticadas. Mientras McCarrick fue protegido por años pese a rumores conocidos, Buela enfrentó sanciones tardías. Ambos casos resaltan la necesidad de protocolos claros para proteger a seminaristas y garantizar investigaciones independientes.
La Iglesia debe priorizar a las víctimas, ofreciendo reparación y previniendo el encubrimiento para restaurar la confianza.
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