Los mates de la siesta

El “mate” es la bebida típica de los
argentinos, y en general, la preferida en los países de la región.

No escapaban a esta noble costumbre
los habitantes de la aldea, y reuniendo compañeros de variados países latinoamericanos,
no era inusual verlos caminar, con su termo en brazo, por los senderos de “la
Finca”.

Un horario muy apropiado para salir a
“matear” podía ser la siesta: ese breve lapso de tiempo que les quedaba a los
muchachos para “descansar”.

Tan breves como la siesta eran las
serias conversaciones que mantenían dos de nuestros paisanos. Los nombres los
reservo, aunque para distinguirlos, los llamaré “Mani” y “Jero”.

De todos modos, este diálogo nunca
sucedió; sólo es una muestra, tan breve como la siesta, de algunas “interpretaciones”
a las noticias del momento.

– ¿Te llegó la carta del Comisario? –
preguntó Jerónimo a Maniqueo.

– Sí, obvio- contestó Mani haciéndose
el enterado.

– ¿Y? … ¿Qué opinás? – inquirió con
aire porteño Jero.

Los dos juntos hacían la dupla “Mani-Jero”,
aunque nadie lo había notado… todavía.

– Lo mismo de siempre – comentó
escuetamente Mani.

– O sea, “persecución”-
provocó Jero mientras cebaba el segundo mate.

– Calumnias, yo diría –

-Calumnias que publican en sitios
como Aleteia, y que hasta ahora nadie refutó. – Dijo en voz bajita Jero, tan
bajita que Mani no escuchó.

– ¿Qué? -…

– Nada, nada -…

Jerónimo no se creía las cosas así
nomás. Y por eso, quería corroborar si su amigo íntimo también lo acompañaba en
ésta. Para asegurarse y entender lo de las supuestas “calumnias”, preguntó:

– ¿Es mentira lo de Nieto? –

– ¿Lo de los viajes? No; eso es
verdad, obvio. – Se corrigió sutilmente Maniqueo, que a veces era tan simplista
como Manes.

– ¿Entonces? – atacó Jerónimo mientras
le pasaba el mate con mezcla de yuyos.

– Lo que pasa es que nos persiguen de
Roma; quieren a toda costa condenar al Padre Buela, que es inocente, y así
atacan a toda la Congregación, ¿entendés? Usan todas estas acusaciones para
desestabilizarnos. Así nos explicaron siempre nuestros superiores, y ellos
saben- concluyó apresurado Mani, mientras entregaba el mate a su amigo.

-Sí, entiendo esas versiones. –
Explicó Jero. – Pero lo que no entiendo es que sea una calumnia, como dijiste,
si en definitiva es verdad. Los viajes se hicieron, y el Padre Nieto se nos
presenta como el actual superior general. No estaría entendiendo dónde radica
la mentira… o la verdad. –

El planteo directo y de “mal espíritu”
que Jero acababa de largar, lo superaba por completo. Era obvio que ni había
leído la carta, ni mucho menos, podía pensar por sí mismo. Mani se tocó el
mentón, y fingió entender perfectamente:

-Claro. – Justificó con evidente
desconcierto. -Entiendo lo que decís. Es eso mismo: nos atacan porque no tienen
ninguna prueba de nada. Quieren sacarlo al Padre, y si pudiesen cerrar el
Instituto, lo harían. Pero no van a poder. No se dan cuenta que luchan contra
Dios. –

Jero no quiso agarrarse la cabeza por
respeto a su amigo. Además, el termo en brazo le impedía cualquier gesto de expresión, fuera de las muecas. Sin embargo, había suficiente amistad y confianza como para
decirle sinceramente lo que pensaba:

-Pero Mani, ¿no te das cuenta? – lo
sacudió verbalmente. -Estás repitiendo una y otra vez lo mismo que te han dicho; pero no me
respondés a mi objeción: o es verdad lo que el Comisario dice, o no lo es. No
puede ser verdad y calumnia al mismo tiempo. ¿Quién es el actual Superior
General? ¡Decímelo! – enfatizó sin disimulo.

A Mani lo habían agarrado con las “manis”
en la maza: era lo de él: cambiar de tema y asegurarse de no disentir en nada
de los superiores.
Y esta vez no fue distinto. Por más que la siesta avanzaba,
o terminaba, a Mani no le quedó más remedio que reafirmarse en lo
dicho; total, en la siesta de mañana seguro charlarían de otro tema.

Se apuró a decir:

-Dale, Jero, no te compliques. Es
mucho más simple de lo que te imaginás. Ése es tu problema: te imaginás cosas.
No tenés que tener juicio propio. Estas cosas nos superan, y para eso están nuestros
queridos superiores, que, por experiencia y santidad, saben más que nosotros. Dejémoselo a
ellos. –

– ¿A quiénes? – preguntó sin piedad
su amigo de siestas. – ¿Al Cardenal Santos Abril y su consejo, o al Padre Gustavo Nieto, y su consejo? –

La hora del descanso pasó. Pero
también pasó cerca de ellos un “buchón” que, sin disimulo, los observó de arriba
abajo, los identificó como una posible pareja peligrosa, o “manijera”, y rápido
se fue a la habitación del Rector.

Desde esa siesta, efectivamente, Mani
y Jero nunca más trataron el tema sobre quién era el legítimo Superior General,
porque, entre otras cosas, fueron advertidos y disciplinados para nunca jamás
salir a tomar mate juntos en las siestas.

Colorín colorado, el mate se ha terminado.

Luis de la Calle


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Comentarios

3 respuestas a «Los mates de la siesta»

  1. Luis

    A mí mismo me pasó algo parecido. Yo escribí está fábula, como las anteriores. Y muchas cosas que relato alegóricamente, están basadas en mi propia experiencia.
    Qué gusto es tomar mate afuera del IVE!!

  2. Anónimo

    Instead of answering to this very simple question as well as my additional question what he thought about the letters of the Holy see himself, he of course did just change the subject. He asked me whether I was still reading "my freudian friends" and since he is not just a priest but apparently a "mental doctor" he adviced me to look for professional help for me "being jealous and possessive". Yes, indeed when one refuses to answer ANY of my questions about his FAKE words of "how much he loved me" ….seems like priests like him do not only "change the subject at tomorrows siesta", but also the women who keep them warm while having "siesta". Now I am the jealous and possesive one???? I think it is time to share my story with "my freudian friends" – after all they say writing heals all wounds.

  3. Anónimo

    I just asked my former friend inside what he thinks about the letters sent? I also asked him: Tell me, are you like Mani or are you like Jero?