Familia hay una sola. Todo el resto, son comparaciones, alegorías.
La familia, propiamente, es una sola, y es la familia de sangre, compuesta por padres e hijos. Otras “familias” son tomadas en sentido metafórico. Como enseña la filosofía acerca de las alegorías: “simpliciter diversum, secundum quid eodem”, es decir, esencialmente DISTINTO, y según algún aspecto, parecido.
Por lo tanto, la alegoría de “nuestra familia religiosa” tiene sus evidentes límites:
Primero, que no es una familia “simplíciter”, sino alegóricamente. Y, por lo tanto, no es exacto llamarlos familia. Es una bonita comparación, pero nada más.
Segundo, el uso de esta comparación debería estar, en todo caso, SUBORDINADO, y no, como lamentablemente hemos corroborado tantas veces en el IVE, DESORDENADO, llegando a considerar la comunidad religiosa a la que pertenecen, más familia que la de sangre.
Son muchas las familias que se quejan del abuso que hacen los del IVE con el término “familia religiosa”, y tienen muchas razones. Nos han llegado numerosos testimonios de familia divididas en donde los hijos ya no saludan más a sus padres, o se han peleado entre los hermanos, y todo esto a causa de la supuesta “familia religiosa” del Verbo Encarnado, o a causa de la idea que se tiene del difunto fundador, Padre Buela.
Los que hemos estado siguiendo de cerca este fenómeno y estudiado las características de las sectas, no nos sorprende, aunque nos duele mucho.
Por lo tanto, como conclusión de esta breve reflexión, lo que debemos hacer es no caer en la trampa de la “analogía mortal” de la “familia religiosa del Verbo Encarnado”, ya que repetidas veces lo han hecho y lo hacen: cambian las prioridades; terminan alejando los hijos de sus padres, y todo con una presión psicológica terrible que, en la mayoría de los casos, no termina bien. Las víctimas no saben qué es lo correcto. Y como la presión es grandísima, muchos religiosos deciden ALEJARSE DE LA FAMILIA DE SANGRE.
Seguro la “familia del IVE” argumentará a su favor con la frase de Nuestro Señor: “se pelearán padre con hijo, madre con hija..” O la otra conocida: “el que no me ama más que a su padre o a su madre… no es digno de mí”.
Respondemos rápidamente: estas frases son justamente a causa de Jesucristo. Y, sin embargo, las familias naturales terminan separadas de sus hijos religiosos no a causa de Cristo (ya que no es ese el punto de discusión), sino a causa de las políticas y modos de obrar que practican los superiores religiosos, y por supuesto, no a causa del seguimiento de Cristo, sino del seguimiento de Buela.
¡Qué lindos, naturales y humanos frutos produce el Instituto Verbo Encarnado en el seno de tantas familias! El que tenga inteligencia para ver, que lo vea.
Mientras tanto, siguen adulando después de muerto al que siempre adularon, sin discutir si cometió abusos o no: prefieren directamente no pensar en eso. Y después aseguran no ser una SECTA.
Desde este humilde blog, mandamos un fuerte aliento a todas las familias heridas por estos monstruos, y aseguramos todo nuestro apoyo y compromiso por seguir defendiendo los lazos naturales establecidos por el Creador, contra los fanatismos sectarios de tantas órdenes religiosas destructivas.
Que Dios nos cuide y nos ilumine para entender la realidad, sin hacernos los distraídos.
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