El pasado 14 de septiembre, se presentó ante el Tribunal de Primera Instancia de San Rafael, Mendoza, una demanda por daños y perjuicios contra la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado (IVE). La querella fue interpuesta por Mónica Cobos, exreligiosa de votos perpetuos, conocida anteriormente como hermana María Piaghe.
En la demanda, Monica argumenta que sufrió daños morales y psicológicos debido a la negligente gestión de sus superiores con respecto a su salud física y mental durante los 23 años que formó parte del instituto. Tras varios intentos fallidos de resolver el conflicto de manera extrajudicial y sin obtener respuesta alguna, decidió iniciar acciones legales con la esperanza de que casos como el suyo no se repitan con otras religiosas.
Mónica ingresó a la vida religiosa a los 17 años, llena de salud, alegría y con un fuerte deseo de servir al prójimo, bajo la guía espiritual del padre Gabriel Zapata. Este sacerdote, quien fue superior provincial del IVE en varias ocasiones, capellán y director de la mayoría de las religiosas en San Rafael, también está relacionado con la ocultación de abusos cometidos contra el padre Luis de la Calle.
Como muchas otras jóvenes, Mónica vio truncada su vocación debido a lo que describe como la expansión desmedida del instituto. Según ella, el IVE utilizaba hogares de niños como fachada de obras de caridad con dos objetivos principales: **económico**, al depender de donaciones impulsadas por la admiración que causaban esas obras entre los laicos, y **estratégico**, como una táctica del fundador, Carlos Buela, para evitar el cierre del instituto, ya que muchas ciudades se verían obligadas a defender obras caritativas que ayudaran a los más necesitados.
Sin embargo, Monica se pregunta: ¿a costa de quiénes se realizaron esas obras de misericordia? En su caso, asegura que su vida religiosa se vio marcada por la precariedad y las malas condiciones laborales. A los 20 años, sin preparación adecuada, se le asignaron responsabilidades como madre, religiosa, psicóloga y asistente social para decenas de niños. Las carencias alimentarias, la falta de sueño y el estrés resultaron en enfermedades físicas y psicológicas entre las religiosas, quienes recibían poco o ningún apoyo de sus superiores.
Con el paso del tiempo, Mónica desarrolló fibromialgia y otros trastornos de salud graves como resultado del estrés. A pesar de haber ocupado cargos de responsabilidad dentro del instituto, finalmente fue trasladada de un lugar a otro sin recibir la atención necesaria. Incluso, durante la pandemia de COVID-19, trabajó en condiciones deplorables en el Hospital Schestakow, durmiendo en el suelo debido a la falta de espacio.
Tras 23 años de servicio, Mónica dejó la vida religiosa a los 41 años, sin seguridad social, sin aportes jubilatorios y con su salud gravemente deteriorada. Afirma que sus superiores, en lugar de atender sus quejas, le sugirieron abandonar el instituto, asegurándole que sería más fácil ayudarla fuera de él. Tras su salida, el apoyo recibido fue mínimo y temporal, hasta que finalmente fue ignorada por completo.
Mónica Cobos ha presentado numerosas pruebas en su demanda, incluyendo cartas intercambiadas con su director espiritual y sus superioras. De acuerdo con el artículo 1749 del Código Civil Argentino, “es responsable directo quien incumple una obligación o provoca un daño injustificado por acción u omisión”. Mónica sostiene que los institutos religiosos, al pedir a sus miembros la renuncia a sus bienes y voluntad, deberían asumir la responsabilidad por las consecuencias de estos votos, tal como lo establece el derecho canónico.
A lo largo de los años, el IVE y las SSVM (Servidoras del Señor y la Virgen de Matará) se han desentendido de casos similares, manteniendo contacto solo con quienes continúan apoyando la obra del instituto. Aquellos que cuestionan su funcionamiento o denuncian irregularidades, como Mónica, son ignorados y eliminados de la narrativa oficial del instituto. La justicia ahora deberá determinar si hay lugar para la reparación en este caso y si se puede evitar que situaciones como la de Cobos se repitan con otras religiosas.
Deja una respuesta