El mal uso de los Ejercicios Ignacianos

Importante nota de un ex miembro del IVE acerca de los EE de San Ignacio y la forma de predicarlos. Personalmente he visto lo mismo en algunos Ejercicios de chicas laicas, donde me tocó ir como asistente. La excesiva preocupación por la «vocación religiosa» de las chicas, como si la unica vocación válida fuera la vida religiosa. El fin de los ejercicios de San Ignacio también es saber discernir hacia la vida matrimonial, y sobre esto se oye muy poco a lo largo de los EE en el IVE. ¿Cómo saber discernir con libertad si solo te insisten en una unica opción? He llegado a oir de un sacerdote al acabar de hablar con una chica muy cristiana y muy líder en su parroquia: «dijo que tiene vocación al matrimonio, ¡que cobarde!». 

Lo mismo pasaba alguna veces acerca de la vocación a laica consagrada, tanto en el IVE como en las SSVM he oído frases como: «se hacen laicas consagradas, pues no tienen coraje de ser religiosa».

Otro ejemplo muy claro de presión en el IVE: El caso de unos chicos que habían ido a peregrinar a Roma (habían estado ahorrando para eso mucho tiempo). Al llegar allí se sintieron presionados en hacer los EE, -cosa que no habían programado y tampoco lo sabían-. Estaban hospedados en el seminario, por lo tanto, se sintieron «obligados», volvieron a sus países muy enfadados por no haber conocido todo lo que habían programado conocer allí. Me pregunto: ¿Esto es libertad o coacción?

Si lo hacen conscientes o no, no lo sé, pero es muy común oir esto dentro del IVE/SSVM. La corrección está en sus manos, pero no creo que lo acepte.

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«La anotación nº 15 de los EE»

Hoy, después de leer una vez más la anotación número 15ª del librito de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, fundador la congragación de la compañía de Jesús más conocida como los Jesuitas, quiero hacer un comentario acerca de ella con una experiencia personal que me toco vivir en los primeros EE predicados hace como veintiún  años y que me llamó la atención.

El Texto dice así: “La décima quinta: el que da los ejercicios no debe mover al que los recibe más a pobreza ni a promesa, que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir, que a otro. Porque, dado que fuera de los ejercicios lícita y meritoriamente podamos mover a todas personas, que probablemente tengan sujeto, para elegir continencia, virginidad, religión y toda manera de perfección evangélica; también, en los tales ejercicios espirituales, más conveniente y mucho mejor es, buscando la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante. De manera que el que los da no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas estando en medio, como un peso, deje inmediatamente obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y Señor”.

Lo marcado con negrita en el texto es mío. Dada esta primera aclaración, debo decir que cuando mis superiores me enviaron a predicar mi primer Ejercicio como sacerdote novelo uno de ellos me dijo: “X… tiene mucho dinero y es preciso que se cure y se desapegue así que insistí mucho en que deje sus bienes y siga a Cristo”. Yo, en mi entusiasmo por predicar mi primer ejercicio (que hice muy bien por cierto a pesar de mis nervios) no le di mucha más importancia de la que debía ya que había otra gente que también había  que atender.

Como dije antes los Ejercicios tuvieron muchos frutos por gracia de Dios. En cuanto llegué al seminario el susodicho superior me pregunto cómo me fue en la predicación de los EE y yo con una sonrisa de oreja a oreja le dije que muy bien. A renglón seguido el padre me pregunto por “X”, ¿Qué decidió? ¿Cómo le fue en los EE? Yo le respondí que muy bien, que tuvimos muchos coloquios personales con “X” pero que no vio con claridad la posibilidad de ser religioso. Acto seguido recibí toda clase de improperios por el hecho que no moví a “X” a más pobreza que riqueza…

En fin, me parece oportuno recordar lo que dice San Ignacio literalmente en la anotación nº15 para que no surjan estos errores y no se promuevan más a cometerlos a sacerdotes jóvenes llenos de celo ya que si así sucediere estaríamos haciendo un daño tremendo a una persona y a la misma Iglesia de Cristo.

Pbro. Walter J. Bejarano

Ver en: La gran ola de vida

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