Sabemos que la hipocresía es un término que se utiliza para describir la actitud de alguien que dice una cosa pero hace otra. Como menciona Santo Tomás de Aquino, la define como «una especie de fraude, que consiste en fingir una virtud o una piedad que no se tiene» (II-II.Q.111.a1). Esto nos lleva a reflexionar sobre la autenticidad y la coherencia entre nuestras palabras y acciones.
En este sentido, hoy vemos a religiosas y sacerdotes del IVE rezando por el Papa Francisco, un gesto que puede parecer de caridad y respeto. Sin embargo, hay un contexto histórico que puede cambiar nuestra perspectiva: la relación entre el cardenal Bergoglio y el fundador, Carlos Buela, que como todos saben era de enemistad publica durante su episcopado en Argentina.
Además, para quienes no lo saben, Buela hizo circular durante el cónclave un libro entre todos los cardenales con numerosos subrayados del mismo, ya que hacía referencia a quien entonces era el cardenal Bergoglio, manifestando no precisamente sus bondades. (La Iglesia traicionada, de Antonio Caponetto).
Es importante recordar que la hipocresía puede manifestarse de muchas maneras y que la apariencia de virtud o piedad no siempre refleja la realidad. De hecho, los íntimos se acordarán de los improperios que salieron de Buela en la plaza de San Pedro el día que Bergoglio fue elegido papa. Carluncho se retiró en silencio de la plaza tras proferir unas palabrotas argentinas, seguido por su consejo general del momento. Los mismos sacerdotes que al día siguiente empezaban a dar órdenes para celebrar al nuevo pontífice y a enviar religiosas misioneras a visitarlo en audiencias, y a querer congraciarse con él.

Luego la figura de Buela comenzó a esconderse de las invitaciones públicas y solo se enviaba a los jóvenes religiosos los miércoles a saltar y gritar «¡Viva el papa!» bajo su ventana.
Francisco sabía bien quién era Buela, pero debía mantener las misiones en todo el mundo, a petición de los obispos que no tenían vocaciones y veían en ellos una esperanza misionera viva.
Durante su pontificado, las fluctuaciones emocionales del IVE respecto a Francisco fueron várias. Al princípio, se notaba un gran malestar; de hecho, entre los sacerdotes (ad intra) no cesaban de criticarlo y hasta burlarse de todo lo que hacía y decía. Sin embargo, de repente, ante las denúncias de abuso sexual a Buela y la mediación del Papa Francisco para tratar de salvar la obra de Buela, los cabecillas de la orden vieron en Francisco la última esperanza ante los funestos informes de todos los comisarios pontificios y asi empezaron a inundar las redes con su imagen.
Los caballitos de batalla serían los misioneros en misiones emblemáticas, son quienes llamarían a Francisco para que autorizara el velatorio público y el traslado de los restos de Buela a Argentina. Desde entonces, aunque el IVE tiene líneas muy distintas a las de Francisco, hubo que disimular y empezar a propagar las bondades del Santo Padre en todas las comunidades.
Eso sí, nunca hay tiempo para leer ninguna encíclica ni documento pontificio; con los libros de Buela en las buenas noches y los sermones, ya tienen bastante material. Hay que alentarlo públicamente y ante los religiosos estudiantes, pero internamente todos sabemos quién es Francisco para el IVE.
En cualquier caso, hoy más que nunca deberían rezar a Dios por el Santo Padre. Y en medio de tanta hipocresía, si hay un mensaje sincero, es esperar que se recupere pronto, ya que ha sido el único que les ha tenido paciencia y ellos saben bien que sin su intervención ya hubieran sido cerrados hace mucho tiempo.
Que Dios nos libre del vicio de la hipocresía.
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