Recientemente, se ha dado a conocer la renuncia del obispo Domínguez en San Rafael, Mendoza, quien ocupaba el cargo de obispo en uno de los lugares de mayor relevancia para el Instituto del Verbo Encarnado y las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará. En dicha diócesis se concentra la casa fundacional y la mayoría de los conventos, además de ser amigo cercano de los miembros del Verbo. Su renuncia repentina, sin despedidas ni notificación a su clero, ha generado un gran revuelo en la diócesis.
De acuerdo con fuentes directas, días antes de su partida, fue formalmente denunciado en la diócesis por tocamientos indebidos a jóvenes, invitaciones a playas nudistas y otros comportamientos inapropiados.
El obispo Domínguez, tras su actitud jovial, su cigarro continuo, que denotaba ansiedad, y su manera de hablar vulgar, ha logrado huir de San Rafael antes de ser confrontado por los familiares de las víctimas y los medios locales.
Sin embargo, lo más sorprendente no es su partida, que se esperaba de un culpable, sino la estrategia para silenciar el caso bajo el argumento de «no escandalizar a los fieles».
En consecuencia, aquí los miembros de nuestro clero sanrafaelino aconsejan a la feligresía que no se realicen acciones adicionales:
«No proseguir con las denuncias; total, ya se fue»
«Posiblemente se fue por haberse enamorado de una mujer y por ello decidió huir antes de la tentación»
«Tenía problemas con el clero», etc.
De esta manera, se puede continuar propagando falsedades con el fin de evitar escándalos… Se difunden afirmaciones de cualquier tipo con el propósito de no revelar la verdad.
La cruda verdad es que se trataba de un homosexual encubierto que le gustaba manosear jóvenes en las tertulias de la catedral.
¿Se han considerado las consecuencias de esta ocultación?
1) Pérdida de credibilidad
Lamentablemente, la Iglesia ha perdido credibilidad al ocultar durante años los abusos, especialmente en Norteamérica y Europa, lo que ha llevado a que, 30 o 40 años después, todos los casos salten a la luz y el escándalo sea devastador. Las dimensiones del daño moral que se ha hecho han sido graves y se ha creado a partir de ahí un ambiente de desconfianza entre los fieles.
2) Protección de los culpables
Al ocultar la verdad se protege a los culpables.Este obispo se traslada a otro lugar menos conocido y ahí sigue su fechoría con nuevas víctimas.Ya que para evitar escándalo se les aconsejó a las víctimas no denunciar, no hablar. Como resultado, el problema se traslada a otra diócesis.
3) Daño a las víctimas
Las víctimas pueden sentir que han sido ignoradas o despreciadas. Algunas pueden perder la fe y ser marginadas como si fueran ellas mismas las responsables.Sin mencionar el derecho legítimo a una compensación justa por el daño, ya que el enfoque de la justicia restaurativa a menudo se pasa por alto.
Por otra parte, se evidencia una contradicción entre los valores predicados y las acciones tomadas. Mientras se defienden los principios de la verdad, la justicia y la compasión, en situaciones que requieren la defensa de la verdad, se aconseja lo contrario, bajo el argumento de evitar el escándalo.
En lugar de promover la investigación y la búsqueda de la verdad, se opta por el silencio y la ocultación de información. Esta actitud promueve un entorno de hipocresía y falsedad que gradualmente erosiona las comunidades. Lamentablemente, somos testigos de estos comportamientos cobardes en nuestro entorno. Por ejemplo, es evidente la negativa del Instituto del Verbo Encarnado y las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará a abordar las denuncias contra su fundador, incluso ante las pruebas y las sentencias.
Si Cristo encarna la Verdad, ¿a quién siguen? ¿A quién se consagran? Piden la gracia del martirio, pero hay que ocultar la verdad y silenciar a las víctimas. En resumen, es un asunto que merece una profunda reflexión.
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