Conferencia Episcopal Italiana: «Abusos espirituales; elementos de reconocimiento y contexto»

El abuso en el contexto eclesial es siempre espiritual

INTRODUCCIÓN

Los abusos de poder, de conciencia y de espiritualidad representan una herida profunda en la Iglesia no solo para las personas que los sufren, sino también para las comunidades e instituciones en las que se producen. Se trata de dinámicas complejas que se entrelazan con la confianza, el papel de la autoridad y la vulnerabilidad humana; A menudo ocurren en áreas donde las relaciones deberían ser un espacio para el crecimiento y la protección. Comprender estos fenómenos significa ir más allá de las apariencias, comprender las raíces sistémicas que los hacen posibles y las consecuencias devastadoras que producen en la vida de las víctimas, tanto personal como espiritualmente.

El texto, sin querer ser un tratamiento exhaustivo o académico, pretende ofrecer una herramienta concreta para quienes deseen afrontar estas realidades con conciencia y responsabilidad. A través de un intento de análisis claro y accesible, se presentan los principales elementos característicos de los abusos espirituales, de conciencia y de autoridad, con el objetivo de proporcionar apoyo para la comparación y verificación de la práctica pastoral y formativa. La intención es fomentar la reflexión y la acción, con el fin de promover relaciones y entornos basados en la transparencia, el respeto y la protección de la dignidad de cada persona.

NOTA

Este manual, resultado del trabajo realizado por un grupo de estudio en los últimos cinco años, pretende ser el inicio de una reflexión y formación continua sobre el tema por parte del Servicio Nacional de Protección de Menores y Adultos Vulnerables. En el quinquenio 2024-2029, se ha activado un grupo de estudio dentro del Consejo del SNTM para continuar el estudio en profundidad y ofrecer herramientas y oportunidades de formación adicionales.

1. ¿CUÁLES SON LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE CUALQUIER FORMA DE ABUSO?

El abuso consiste en una forma distorsionada de ejercer el poder, manipulando la confianza de la que se goza e instrumentalizando las relaciones personales.

El desequilibrio de poder dentro de una relación asimétrica implica una violación de los límites de la persona, de su vida, de su dignidad y de su libertad.

El abuso ocurre principalmente en un contexto sistémico que crea las condiciones, lo favorece, lo permite, lo encubre y lo niega y es capaz de silenciar a las personas involucradas.

1.1 La relación de confianza

Un elemento clave para entender cualquier forma de abuso es la **confianza** que se deposita en una persona o comunidad. Es precisamente dentro de una relación de confianza que la persona se expone haciéndose más **vulnerable**. La persona se abre y confía en el guía, buscando una referencia, que considere confiable y segura por su papel, para encontrar alivio, consuelo, consejo y orientación.

1.2 La vulnerabilidad

Por lo tanto, existe una vulnerabilidad potencial en cada ámbito y relación pastoral y eclesial. Por lo tanto, hay que reconocer que no solo los menores de edad o las personas con deficiencias físicas, cognitivas o psicológicas corren el riesgo de ser maltratados.

1.3 Manipulación

En el centro de la dinámica del abuso está la *manipulación** de sujetos vulnerables que, a través de un proceso lento y sutil, son empujados a confiar en una sola persona, a entregarse, a contar sus historias, a confiar en sí mismos, a depender cada vez más de quienes los controlan incluso en las pequeñas decisiones que afectan sus vidas.

Esta dinámica es aún más grave cuando un sacerdote, un guía espiritual o un líder comunitario abusa de su poder, ya que el poder, cuando se asocia con el llamado de lo divino, puede convertirse en un absoluto. El abusador puede ser una sola persona, una pareja, un grupo pequeño o una comunidad entera.

2. ¿CÓMO RECONOCER UN ABUSO DE PODER Y AUTORIDAD?

El abuso de poder y autoridad se produce en el contexto de una relación asimétrica a través de un uso incorrecto, distorsionado y prevaricador del rol y/o función por parte del sujeto que se encuentra en una posición superior. El abusador persigue un propósito indebido, ilícito o inmoral, que, cuando se reconoce como tal, se demuestra que es sustancialmente contrario al bien de la persona o la comunidad.

El abuso puede tener la intención de explotar, dañar o penalizar a la persona o grupo (intelectual, espiritual, sexual, económico, material, etc.) con el fin de gratificar y/u obtener ventajas indebidas. Esto no quita el hecho de que en la superficie el abusador puede parecer un benefactor, ocultando sus verdaderas intenciones detrás de una fachada pública muy atractiva.

El abusador ejerce un control progresivo sobre la vida de los demás, tiende a invadir la esfera de la intimidad, impone sus ideas sobre la elección del camino espiritual, el estado de vida y la posición a tener en la Iglesia y en la sociedad.

3. ¿POR QUÉ PODEMOS HABLAR DE ABUSO DE CONCIENCIA?

El abuso de conciencia toca ese lugar sagrado «donde está a solas con Dios, cuya voz resuena en lo más profundo de su corazón» (cf. Gaudium et spes, 16).

El abuso se produce cuando una persona, que a menudo desempeña un papel de autoridad, con su poder manipula y entra progresivamente en la esfera de la conciencia de otra persona -la víctima- para condicionar y reducir hasta anular su libertad de juicio y elección.

El abusador se insinúa en las creencias de la persona cuestionándolas, deconstruyéndolas y ajustándolas a su propia interpretación de la realidad.

El abusador hiere la sensibilidad moral de la víctima imponiéndose como el único poseedor del concepto de lo correcto y lo incorrecto, del bien y del mal, confundiendo la conciencia moral del interlocutor, a veces incluso sustituyéndola.

4. ¿QUÉ ES EL ABUSO ESPIRITUAL?

El abuso espiritual es una forma particular de abuso de conciencia que toma la forma de la violación de la dignidad, la libertad y la integridad de la persona en su autodeterminación religiosa y espiritual. Este abuso es el más invasivo de la intimidad de la persona porque se produce en referencia a la relación con Dios, con la vida de fe y espiritualidad, a través de un ejercicio distorsionado del poder y de la autoridad personal, religiosa e institucional.

Este tipo de abuso involucra a individuos que buscan acompañamiento, discernimiento o apoyo pastoral, con el objetivo de someter su autonomía de decisión sin respetar su fisonomía espiritual.

El abuso espiritual se caracteriza como una secuencia de actos intencionales y manipuladores perpetrados en nombre de Dios y se configura como una forma de violencia emprendida por un líder espiritual y por varias personas (guías espirituales, confesores, catequistas, educadores, agentes pastorales…) o por una comunidad (movimiento, asociación…), ya sea hacia un individuo o hacia un grupo o una comunidad entera.

5. ¿LOS ABUSOS EN EL ÁMBITO ECLESIAL SON SIEMPRE ESPIRITUALES?

El abuso en el contexto eclesial es siempre espiritual. Aunque no necesariamente resulta en abuso sexual, a menudo lo precede, ya que tanto el papel de la autoridad como la motivación y justificación del acto se refieren a la vida de fe y espiritualidad, a los textos sagrados y a Dios.

5.1 ¿Cómo se produce el abuso espiritual?

El abuso espiritual se caracteriza por la manipulación, el chantaje emocional, la mentira, la explotación, la restricción y el control de la libertad individual o colectiva con respecto a la vivencia de la fe, la relación con Dios y la práctica religiosa.

Se evidencia a través de un proceso de «lavado de cerebro» que concierne a importantes cuestiones doctrinales: visiones teológicas heterodoxas, interpretaciones fundamentalistas de los textos sagrados, concepciones distorsionadas de la autoridad, la obediencia, la penitencia, las prácticas devocionales y disciplinarias que hacen a las personas más vulnerables a otras formas de abuso, dificultando o incluso impidiendo el encuentro con Dios.

5.2 ¿Quiénes corren mayor riesgo?

Las personas concienzudas y comprometidas, que desean crecer en la vida espiritual, están potencialmente expuestas al abuso espiritual cuando se viola su conciencia y autodeterminación. Las personas que carecen de sentido crítico o que son más vulnerables e indefensas debido al duelo, abandono, crisis o conflicto, fracaso, enfermedad por la que están pasando, corren aún más riesgo.

Estas personas se convierten en víctimas cuando aquellos que tienen alguna autoridad sobre ellos se aprovechan del deseo de crecer espiritualmente, seduciendo y manipulando su interioridad y condicionando sus juicios y elecciones.

6. ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS PARA LAS PERSONAS LESIONADAS?

El abuso espiritual, que es siempre también una expresión de abuso de poder y de conciencia, se manifiesta en el contexto de la atención pastoral, del acompañamiento espiritual o en el seno de las comunidades religiosas, causa profundas heridas existenciales y, en algunos casos, puede llevar al suicidio. Entre las consecuencias más graves se encuentran el deterioro psicosomático y psicosocial de la autoestima, la inducción de la adicción, la desorientación, la depresión, la manía y el desprecio por el cuerpo. Además, se asocian reacciones emocionales como el miedo, la ansiedad, la culpa, el abandono, el aislamiento, la confusión sobre la propia identidad, la exaltación de la propia imagen, la desconfianza en uno mismo, en los demás, en la vida, en el futuro. Las consecuencias de los abusos pueden provocar la ruptura de las relaciones familiares, el desapego del grupo destinatario, la terminación de la formación o el empleo y la explotación financiera. Otras consecuencias en la vida de fe y espiritualidad pueden ser devastadoras: miedo a la condena perenne, distorsión de la imagen de Dios y de la fe, dudas sobre la pertenencia a la Iglesia y un fuerte sentimiento de malestar y disgusto con los sacerdotes, los rituales y los símbolos religiosos, hasta el abandono de la fe.

7. ¿CÓMO ACTÚA EL ABUSADOR?

Los abusadores tienen una forma característica de relacionarse y manejar su autoridad.

7.1 Figuras «carismáticas»

Los abusadores, a pesar de presentarse como figuras «carismáticas» que a menudo se proclaman autoridades espirituales con «dones» particulares, son muy hábiles para manipular y dominar a través de actitudes elitistas.

Tienen una gran capacidad de atracción y admiración, reivindican «habilidades especiales», crean grupos y ritos exclusivos, proponen conceptos de autenticidad radical y original, a menudo en oposición a la realidad eclesial que es criticada o devaluada. En realidad, son personas severamente inmaduras a nivel psicoafectivo y social, con rasgos de personalidad narcisistas, paranoicos o antisociales.

7.2 Tomar el lugar de Dios

En particular, el abuso espiritual implica la interposición del abusador entre lo divino y lo individual. El abusador, al amenazar con consecuencias espirituales negativas y aniquilar progresivamente el espacio vital de la libertad interior, hace creer que su consejo representa la voluntad de Dios.

El abusador, en virtud de su autoridad, decide si pertenece o no al grupo; discrimina a los miembros entre los funcionarios electos y los que permanecen en los márgenes de la comunidad; establece arbitrariamente las prácticas de vida, los tiempos de oración y los caminos del discipulado; Determina un código de lenguaje dentro del grupo y niega la posibilidad de entrenamiento personal. Este liderazgo patológico llega también a invadir las esferas de la confesión y de la conciencia, hasta el punto de controlar las formas de arrepentimiento y expiación de los pecados.

8. ¿EN QUÉ CONTEXTO SE DESARROLLA EL ABUSO?

El maltrato no puede entenderse y no se produce solo entre dos personas, sino que normalmente tiene lugar en un contexto comunitario, institucional y social. Los elementos característicos del contexto inciden en favorecer o prevenir que ocurran abusos. En este sentido, hablamos del «contexto sistémico» del abuso.

8.1 ¿Qué se entiende por «sistema»?

El concepto de «sistema», entendido en el sentido eclesial, incluye la misión, las normas y las estructuras necesarias para llevar a cabo el mandato original de la Iglesia y garantizar su continuidad. Todos los elementos del sistema pueden, si se utilizan de manera distorsionada, contribuir directa o indirectamente a permitir, alentar y encubrir abusos dentro de ellos, a pesar de lo que se afirma en el mensaje cristiano con la consiguiente exigencia de una conducta moral congruente y transparente. Por ejemplo, en una comunidad se puede difundir la idea de que obedecer a Dios significa obedecer al superior en todo, ya que él es el mediador exclusivo de la voluntad de Dios. En tal «sistema» se podría hacer que todos los miembros percibieran como normal el hecho de que el líder decide todos los asuntos por su cuenta, que no proporciona información importante y que nadie puede cuestionar lo que dice; Al mismo tiempo, un sistema de este tipo tenderá a deslegitimar y aislar a quienes intentan ejercer un espíritu crítico.

8.2 ¿Qué es el verdadero escándalo?

A menudo se ha considerado más importante la custodia y la defensa de la imagen de la Iglesia y de la sagrada autoridad del clero que reconocer en la persona herida al prójimo que hay que sostener en la justicia y en la caridad (cf. Lc 10,25-37; Mt 25, 31-46).

8.3 Responsabilidad y omisiones

La mirada sistémica es, por tanto, esencial para asumir la responsabilidad de la persona, de la comunidad y de la Iglesia misma. El abusador logra cometer el delito y a menudo queda impune cuando el sistema funciona de manera distorsionada, ofreciendo una cobertura dentro de la cual el abusador opera sin ser molestado gracias a la complicidad de los superiores eclesiásticos (obispos, miembros de la Curia, superiores, gestores, personas social y económicamente influyentes).

Cuando usan su poder e influencia de manera distorsionada, pueden llegar a defender, no sin ventajas, al sujeto acusado testificando a favor de su buena reputación y su conducta recta. La víctima, en cambio, puede no ser escuchada, o puede ser inducida a guardar silencio con amenazas o mediante una indemnización económica.

8.4 «Sacralización» de una persona

Dentro de los sistemas piramidales y cerrados, en los que la concentración de poder se concentra en una sola persona, los abusadores actúan arbitrariamente. En algunas realidades, la sacralización de una persona que desempeña el papel de liderazgo se logra a través de algunas concepciones teológicas erróneas o incompletas para justificar la práctica de la autoridad. Se trata de sistemas caracterizados por ideologías autoritarias y/o permisivas, que involucran a los seguidores ejerciendo una fuerte presión sobre el individuo o sobre todo el grupo.

8.5 Centralización del poder

A menudo se implementa una estrategia de privilegios y excepciones contra los miembros elegidos, y castigos y chantajes para aquellos que no obedecen. El líder impone la confidencialidad a todos los miembros de su grupo, manteniendo una comunicación condicional, controlada y limitada, tanto dentro como fuera de la comunidad, imponiendo un pensamiento único y un lenguaje estereotipado. Se desalienta o prohíbe el contacto con personas o grupos que no son del agrado del líder espiritual, a menudo incluso prohibiendo reunirse con personas que han abandonado la comunidad. Hay que tener en cuenta que cuanto más cerrado es un sistema y se basa en la centralización de todo tipo de poder, más nos enfrentamos a un contexto con un alto riesgo de abuso.

8.6 Falta de cultura del error

El sistema en el que se producen sistemáticamente los abusos tiende a crear una subcultura teológica, espiritual y pastoral ambivalente, que por un lado proclama altos valores ideales y, por otro, tiende a menospreciar y normalizar todo escándalo. Hay una falta de aplicación de una cultura del error, que lleva a enfrentar los propios errores enfrentándolos adecuadamente a nivel personal e institucional.

8.7 Los espectadores y la cultura del silencio

Por último, hay que tener en cuenta otro elemento del análisis sistémico: los espectadores, los que sabían, los que vieron, los que oyeron. Por diversas razones, prefirieron permanecer en silencio o hablar y no fueron escuchados ni tomados en serio. De esta manera, se crea en el sistema una cultura del silencio y de la negación colectiva de lo que no puede ser admitido y concebido como verdad. En una cultura así, se desarrollan actitudes que, interiorizadas, actúan de manera inconsciente, manifestándose en formas de indiferencia, en una distorsión de la percepción y del juicio, limitando así la posibilidad de actuar con responsabilidad y valentía ante los abusos, tanto en sentido evangélico como civil.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y GRUPAL

Sería importante y oportuno utilizar este esquema para la reflexión personal y para la discusión en grupo (equipos de formación, asociaciones, movimientos, grupos y parroquias…)

  1. ¿Qué aspectos nos hacen reflexionar más a partir de las experiencias personales de nuestra vida eclesial?
  2. Con referencia a nuestro contexto eclesial, ¿qué aspectos considera particularmente importantes considerar, profundizar y verificar?
  3. ¿Qué opciones compartidas, correcciones de rumbo, medidas de prevención deben identificarse e introducirse en nuestros contextos de vida social y eclesial?

TEXTOS Y ARTÍCULOS EN PROFUNDIDAD

Teniendo en cuenta a los destinatarios del documento (parroquias, comunidades eclesiales, movimientos, asociaciones, equipos de formación, etc.), elija textos, ayudas y materiales para la reflexión:

  • BRAMBILLA F.G., *¿Derivas sectarias en la Iglesia hoy? Cinco criterios para reconocerlos y prevenirlos*, Tredimensione, 1/2024, pp. 37-50.
  • BRAMBILLA F.G., *Nuevos movimientos religiosos: los riesgos de una deriva sectaria*, Il Regno, 16/2023, pp. 531-541.
  • CITO D., *Breves citas canónicas sobre el concepto de abuso de poder y conciencia*, Tredimensione, 3/2020, pp. 302-312.
  • CITO D., *Abuso de poder, abuso de conciencia y abuso espiritual*, en *Acompañamiento espiritual en movimientos y nuevas comunidades*, Edusc, Roma 2023.
  • COMOTTI G., *Prevención y represión del abuso sexual de menores: la imposición de límites a la protección de los secretos en el derecho canónico*, Ephemerides Iuris Canonici 61 (2/2021), pp. 443-474.
  • DEODATO A. Y RINALDI F., *Las heridas causadas por el abuso espiritual*, Tredimensione, 3/2021, pp. 266-273.
  • DEODATO A., *Acompañando a las personas heridas por el abuso*, en *Acompañamiento espiritual en movimientos y nuevas comunidades*, LISIERO E., VIGO S., INSA F. (eds.), Edusc, Roma 2023.
  • EDITORIAL, *Lo que enferma a los líderes en la Iglesia*, Tredimensione, 3/2021, pp. 232-235.
  • EDITORIAL, *Cuando el carisma es buggy*, Tredimensione, 1/2018, pp 9-17.
  • EUGENIO L., *De la vulnerabilidad a la vulnerancia. Los contextos y las dinámicas institucionales del abuso*, Tredimensione, 1/2023, pp. 54-64.
  • FUMAGALLI A., *El escándalo de los pequeños. Aproximaciones teológico-morales a los abusos en la Iglesia*, en *Abusos en la Iglesia. Un enfoque interdisciplinario* (Ancora, Milán 2025), editado por Corbella C. y Ceragioli F.
  • GIANFREDA A. – GRIFFINI C. (eds.), *Responsabilidad y protección en la Iglesia. Proteger a los menores de los abusos hoy*, Rubettino, Soveria Mannelli (CZ) 2022.
  • HAUSELMANN J. & INSA F., *Abuso de poder, abuso espiritual, abuso de conciencia. Semejanzas y diferencias*, Tredimensione, 1/2023, pp. 42-53.
  • RONZONI G., *Abuso espiritual*, Messaggero, Padua 2023.

TEXTOS BÁSICOS DE LA CEI

Abril 2025

Editado por: Anna Deodato, P. Gottfried Ugolini, Luisa Bove, P. Enrico Parolari, Marco Rondonotti

Colaboradoras: Sor Alessandra Bonifai, Mons. Gianni Checchinato, Roberto Costamagna, Ludovica Eugenio, mons. Alessandro Giraudo, Martin Lintner, Luciano Manicardi, P. Lello Ponticelli, Chiara Palazzini, P. Fabrizio Rinaldi, Sor Elisabeth Senfter, Assunta Steccanella, Sor Mariachiara Vighesso.

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