Artículo original en francés, de la Hna. Chantal-Marie Sorlin, responsable de Oficina de Derivas Sectarias, marzo de 2014. Traducido y publicado aquí con permiso.
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1 El nacimiento del grupo
Una disfunción en el discernimiento de las vocaciones puede tener consecuencias terribles. Abundan los ejemplos de candidatos al sacerdocio rechazados en una diócesis pero aceptados en otra. Lo mismo ocurre con el reconocimiento de una asociación de fieles o de una comunidad. Por ello, los obispos suizos acaban de reiterar esta exigencia: «Cuando los candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa cambian de lugar de formación o de comunidad, la información entre los responsables debe fluir de forma clara y precisa».
2 El culto al fundador
En algunos grupos, el fundador o superior ocupa el lugar de Cristo: los miembros del grupo le veneran, le colocan en un pedestal y le dedican una obediencia absoluta. Dios pasa directamente y sólo a través de él. Su palabra es… el Evangelio. Y sus escritos llegan a sustituir a las Escrituras, que por supuesto sólo pueden entenderse a través de las explicaciones del «maestro».
Tal inversión en el fundador le permite naturalmente ser proclamado «Pastor de por vida». Y, por supuesto, cualquier revelación de una conducta escandalosa es recibida con la negación, la denuncia de conspiración y la persecución.
3 Fuera del grupo, no hay salvación
El grupo no se presenta como complementario de lo que ya existe, sino que se considera exclusivamente alternativo. Por él y sólo por él pasa la salvación de la Iglesia actual. Todo lo demás se califica de tibio, infiel, moderno. De este elitismo se deriva el carácter «holístico» de estas comunidades: todas las vocaciones se reivindican en el grupo, que se basta así a sí mismo como «arca de salvación» y como iglesia paralela.
El grupo quiere ser autosuficiente incluso en el discernimiento o la orientación: ¡los psicólogos externos son el demonio! A veces es necesario confesarse sólo con un sacerdote de la comunidad, ya que los demás no son capaces de comprender el carisma. La formación es estrictamente interna y se centra sobre todo en el pensamiento del fundador.
4 Por encima de la ley
Los habitantes de la «ciudad celeste» que es el grupo ya no son del mundo. Así, contrariamente a los mandatos de los obispos, no contribuyen a las cajas de jubilación o de seguridad social de los países donde residen. Por no hablar de las infracciones de la normativa económica, laboral o de seguridad. Además, la vaguedad jurídica del grupo expone a los miembros recalcitrantes a todo tipo de abusos sin recurso posible.
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