Impactante testimonio de una ex servidora

Estimados lectores:

Comenzamos un año nuevo con un nuevo testimonio; de verdad impactante, digno de leerse y compartirse, ya que nos venimos a enterar de cosas realmente nuevas para nosotros mismos. Desde el Equipo de Administradores de este blog, agradecemos de corazón a quien nos lo hizo llegar de forma anónima, y aprovechamos para alentar a todos los que quieran colaborar contando su experiencia, a que lo hagan y no tengan miedo, ya que, haciéndolo, podemos estar ayudando enormemente a muchas personas.

En la categoría «testimonios», pueden encontrar agrupados todos los testimonios de las personas que ya han querido hablar, al menos, como hemos dicho, de forma anónima, para guardarse de cualquier problema que pueda surgirles.

Sin más, los dejamos con el presente testimonio que nos ha impactado profundamente:

Mi experiencia con el IVE empezó cuando entré al “aspirantado” donde pasé dos años no tan tranquilos, ya que desde ahí empezaron a “lavarme el cerebro” con sus educaciones internas. Ya éramos consideradas miembros de la congregación y estábamos obligadas con voto de obediencia (extrema) aunque no lo habíamos profesado. En el noviciado la «formación» era muy dura; había una formadora muy desequilibrada psicológicamente y cada pequeño error o palabra dicha de forma equivocada era motivo para regañar y castigar a las novicias. Si una novicia estaba triste por cualquier razón o no estaba muy atenta a las cosas que decían las superioras, el castigo psicológico más fuerte consistía en quitarte la cruz (que es parte de tu hábito) para que todas las novicias y monjas supieran que estabas castigada por algo, y así nadie te hablaba.

Mi experiencia fue mucho peor, aunque nunca me quitaron la cruz a pesar de que estaba en contra de muchas cosas. No sé por qué, pero yo fui la favorita de una superiora que me adoraba. Me dieron la oficina de finanzas de la casa cuando era apenas una novata. El oficio incluía el manejo del dinero de la comunidad, las «compras» (que prácticamente no se hacían) y la mendicidad, que era lo más humillante. Todas las novicias divididas en grupos iban al mercado, a las tiendas, a pedir comida. La gente se compadecía al ver a las monjas muy jóvenes pidiendo comida, daban lo que podían a sus expensas a pesar de que solo eran empleadas, otros en cambio insultaban diciendo «tú eres joven, también podrías trabajar y ganarte tu propia comida». Y tenían razón. Yo no soportaba esto y me resistía mucho, pero te tenías que ir a casa con las maletas llenas, si no, te regañaban porque no hacías bien tu trabajo. Había que pedir a los benefactores todo, hasta el papel higiénico. El dinero de la comunidad se gastaba en tonterías, es decir, coca-cola, papas fritas, queso, cerveza… lo que fuera necesario para hacer «stuk», una especie de fiesta de pijamas donde comías de todo, hablabas y jugabas.

Una vez, cuando era «ecónoma», me acusaron falsamente de esconder dinero de las superioras, por lo que me trataron mal y nunca pidieron perdón por la falsa acusación.

Otra vez fui testigo de lo peor: dos monjas, la superiora y su ecónoma, amigas íntimas en relaciones enfermizas, las encontré en una sala donde nadie entraba, dándose caricias. Yo entré porque tenía que buscar algo que se encontraba allí; entré silenciosamente porque era la hora de la siesta, pensando que descansaban, y yo no quería molestar. Ellas no se dieron cuenta que yo abrí la puerta, y cuando las vi en esa escandalosa situación, golpeé la puerta fuertemente para dar a entender que las había visto darse esas «caricias».  No me miraban ni hablaban por varios días. Yo lo conté a otra hermana de la comunidad y ella ya lo sabía, pero era de carácter débil y con amenazas la callaban. Yo no: le conté todo a la provincial pero no me creyó. Me miró como si yo estuviera loca y me amenazó diciendo que me iría al infierno por inventar mentiras sobre mi superiora.

Durante la «formación» en el “estudiantado” ya no tenía ningún deseo de continuar con ellas, sentía el deseo de consagración, pero no en las SSVM porque no encontraba la verdad en su forma de vida. Hablé con las superioras, con el director espiritual, pero para ellos era simplemente una tentación del demonio contra la que tenía que luchar. La idea de vivir en constantes mentiras me consumía por dentro, pero con las amenazas que recibía, tenía miedo de tomar elecciones decisivas. Vi salir a muchas monjas con las que luego nos prohibieron hablar porque eran infieles a su vocación y eran peligrosas porque podían hacernos daño, es decir, según las superioras, con su salida nos daban testimonio de condenación eterna… Esto fue psicológicamente devastador. No podrías hablar con nadie de afuera porque nadie conoce la vida religiosa y nunca entendería la vida comunitaria, de hecho, solo “podrían dañarte”. Todos viven allí convencidos de que están en la verdad, y la gente, los sacerdotes diocesanos, los religiosos de otras órdenes, según IVE Y SSVM, viven en la mentira porque no viven según el evangelio como deben, y por eso nunca se podía tener un franciscano o un jesuita o un diocesano como director espiritual. Cuando yo veía a otros religiosos no pertenecientes al IVE me sentía feliz porque percibía que vivían en libertad de espíritu y no como como nosotros, esclavos dentro de las SSVM, y esto me ponía cada vez más en una situación en la que ya no podía vivir. Entonces las cosas que pasaban, las constantes mentiras en mi contra me cansaban cada vez más y no podía hablar con ninguna de las monjas porque le informaban todo a la superiora, añadiendo también cosas inventadas. Le pedí a mi director espiritual ir a otra congregación, pero me dijo que era contra la voluntad de Dios porque si yo estaba con las Servidoras es porque el Señor quería que yo fuera santa allí y no con otras monjas, y eso sería traicionar la voluntad de Dios. Pero ya no podía vivir más con ellas: todo lo que decían y hacían me daba asco. Así que, en cada reunión con el director espiritual yo hablaba de querer irme y él trataba de persuadirme de lo contrario diciéndome que no podría soportar los cambios, también porque no encontraría nada mejor, porque en todas las congregaciones viven con las mismas reglas y peor aún, no son fieles al carisma de sus fundadores, son progresistas, etc.

Me trasladaron a otra comunidad donde nunca quise ir y con una superiora incapaz de serlo, y a su vez, manipulada por las otras superioras mayores. La vida empezó a ser cada vez más complicada, porque siempre me ponían en la situación de tener que pelear con las superioras, y yo, para ellas. siempre era una mentirosa: me espiaban día y noche, las monjas «encargadas» de espiarme estaban orgullosas de hacerlo porque se sentían importantes… En la comunidad había tanta envidia y celos hacia mí, porque tenía amigos, (la gente de la parroquia me quería porque siempre estaba ahí cuando necesitaban hablar). En cambio, las demás no eran felices porque se creían inteligentes y nunca tenían tiempo para la gente, porque pasaban todo el tiempo en la computadora haciendo cosas inútiles y a veces escandalosas. La gente enseguida entendió cómo eran las monjas y empezaron a no tenerles mucha confianza, y esto les provocó muchos celos, al punto que las mismas monjas corrieron la voz en mi contra diciendo que estaba enamorada del párroco y de otros hombres. La gente me conocía y no creía en estas «noticias» falsas. Para que no se descubriera que fueron ellas quienes difundieron estos rumores, las monjas dijeron que fue la señora NN quien lo hizo, porque las cosas han quedado en evidencia y la verdad siempre triunfa. Todo esto creaba mucha confusión entre la gente: ver a las monjas comprometidas con hacer el mal… Siempre me espiaban, escuchaban las llamadas telefónicas que recibía para saber con quién y de qué hablaba, tanto que después empecé a decir, sin miedo, a quien llamaba que nos estaban escuchando al otro lado del auricular. Yo ya estaba convencida de salir de ahí pero no me dejaban, y tenían miedo. Yo sabía y había visto demasiadas cosas que podían ser usadas en su contra. Me amenazaron con el infierno si dejaba la congregación y muchas veces me decían que con mi comportamiento (de querer irme) estaba condenando a mis familiares al infierno por mi falta de fidelidad a la congregación.

Me ofrecieron importantes tareas solo para mantenerme adentro, pero no acepté; me amenazaron con otras cosas; me prohibieron hablar con gente de afuera: amigos, padres… Me enviaron al monasterio de clausura, como hacen con muchas, a rezar por mi «conversión» y perseverancia en mi vocación, porque según ellas, era una tentación. Yo ya estaba al tanto de muchas cosas ocultas que no comunican a los miembros, por ejemplo, los escándalos de Buela, que para ellas era un santo perseguido por la iglesia porque es el único que predica la verdad y la doctrina correcta: «nos persiguen porque tenemos tantas vocaciones que otros no tienen y a la Iglesia esto no le gusta”. Lo escuché muy a menudo. Nunca nadie ha dicho la verdadera razón por la que Buela fue sacado de su cargo, al contrario, iban a visitarlo a escondidas. Empecé a descubrir muchas salidas de sacerdotes y monjas, y descubrí muchos testimonios, y esto me dio mucho valor para salir sin miedo.

Me hicieron la vida imposible cuando les comuniqué que me iría en breve. Inventaron otras historias en mi contra pensando que me podían chantajear, pero fracasaron. Descubrí que todos los días hurgaban en mis cosas, siempre encontraba un armario desordenado y cosas extrañas como si fuera brujería… Eso no me asustaba, pero cada vez me escandalizaba más con estas actitudes. Un día estaba trabajando cuando me llamaron porque buscaban cartas de amor de mis supuestos amantes, pero no las encontraban y querían ver si las había escondido en las maletas, pero como estaban cerradas con candado, no pudieron revisar. Yo estaba furiosa: tomé mis cosas, las tiré en la maleta y me peleé con esa «monja», y me fui. Ella lloraba porque entendió que perdían si empezaba a hablar sobre lo visto: me pedía que no me apurara, que es el diablo el que me empuja a hacer eso, y que ellas solo quieren mi bien. Esta vez me invadió la ira que me dio el coraje de tomar esa decisión: estaba furiosa, pero no me arrepiento.

Cuando llegué a casa, mis padres no entendían lo que estaba pasando allí. Les expliqué la situación y no podían creerlo. En casa, sin embargo, no tenía paz porque me encontré con que las monjas venían a mi casa a convencerme de que volviera, me ofrecieron dinero para volver con ellas, me dijeron que fuera con ellas a hacer los ejercicios espirituales para ponerme de vuelta en el camino correcto. Siempre he rechazado todo.

Entendieron que yo no retrocedería en mi elección; me empezaron a mandar sacerdotes del IVE, me llamaron por teléfono (después de lo cual cambié de número), luego llamaron a mis familiares para decir que tenía que hablar con ellos, intentaron por todos los medios que me «convirtiera» y volviera a ellas, usando incluso tonos y formas agresivas. Uno de los sacerdotes le dijo a un familiar mío muchas mentiras sobre mí para ponerlo en mi contra, para hacerle ver que yo era el problema y que solo estaban tratando de ayudarme. Su comportamiento me hizo sentir mal y decidí contarles a todos mis familiares lo que viví allí. Cada vez que los sacerdotes aún trataban de manchar mi nombre, mis familiares me defendían diciendo: «¿Qué clase de religioso eres si haces cosas obscenas y vives en una mentira?” Los Padres del IVE y las SSVM se dieron cuenta de que les conté cosas a mis familiares y se asustaron de que pudiera seguir diciéndoles a otros, entonces comenzaron a poner en mi contra a los feligreses que me conocían bien. Incluso llegaron a amenazarme a través de mensajes telefónicos diciendo: «Estás enojada porque cambiaste el cielo (es decir, el IVE) por el infierno (es decir, mi familia). Te mereces el infierno y te llevas a tus familiares contigo». A este mensaje respondí con igual desenfreno diciéndoles que ya viví un infierno en su congregación y ahora soy libre y estoy en el cielo.

No se dieron por vencidos y siguieron amenazándome, enviándome mensajes amenazantes a través de conocidos en común. Me amenazaron con la excomunión de la Iglesia. En ese momento se me acabó la paciencia y le respondí con aire fuerte diciendo que, si no me dejaban en paz, mañana iría al obispo y le contaría todo sobre ellos y serían ellos los que tendrían miedo a la excomunión y no yo. Tuve que mudarme a otra ciudad para estar lejos de ellos y nunca volver a verlos. Pero siguieron buscándome, tenían miedo de mí y de lo que pudiera hacer contra ellos. Mis familiares me informan de todo y a través de ellos he mandado mensaje a los sacerdotes y monjas para que dejen de perseguirme porque mi paciencia tiene límite y pueden tener grandes problemas. No me han molestado desde entonces.

Trataron de ser amables con mis familiares, me pidieron mi número de teléfono porque «solo» quieren estar en contacto conmigo. Nunca les he dado esta satisfacción.

Cada vez me doy más cuenta de que esa Congregación es una verdadera y propia secta, tienen actitudes que, para permanecer intactos ante la Iglesia y la gente, destruyen la vida de aquellos miembros que se rebelan y se van.

Este testimonio mío es una pequeña parte de lo que viví: para contarlo todo en detalle tomaría mucho tiempo y muchas páginas, pero mi intención aquí es mostrar y hacer entender qué tipo de religiosos son los del Verbo Encarnado y cómo son. Pueden arruinar tu vida. Le doy voz a todos aquellos que no tienen el coraje de contar o que ya no tienen la cabeza porque se enfermaron de esquizofrenia y ya no pueden decir nada, como una amiga mía que se enfermó allí e incluso intentó suicidarse queriendo tirarse por la ventana para salvarse de ellos; la atrapamos a tiempo, está viva, pero su vida está arruinada y es joven.

Cierro aquí esperando que mi testimonio pueda abrir los ojos de aquellos que están “hipnotizados” por la fingida alegría de las monjas y sacerdotes del IVE. Si sientes vocación, sigue otras órdenes o congregaciones que se han fundado hace muchos años, aunque tengan pocas vocaciones, pero al menos, que vivan bien el Evangelio en la libertad de los hijos de Dios, y así serás feliz y te sentirás realizado en la vida. Y sobre todo en la verdad.

Aclaración:

Los hechos aquí descriptos por la ex religiosa de SSVM, quien nos ha pedido mantener su anonimato, sucedieron, por autorización suya de ser aclarado aquí, entre los años 2005 y 2014 en Ucrania e Italia.

Comentarios

7 respuestas a «Impactante testimonio de una ex servidora»

  1. DEBORAH CATHERINE MURPHY

    Thank you for sharing your experience of abuse at the hands of the SSVM. They destroyed my life. It is a comfort when hearing from other women who have had the same experience because it reminds me that I am not alone in my pain.

    1. Administradores

      Dear DEBORAH CATHERINE MURPHY
      We stand in solidarity with you and appreciate your comment. Thank God more and more people are encouraged to give their testimonies, even anonymously. We invite you to share your testimony as well if you wish. You can send it by email to my address: luismdelacalle@gmail.com in any language. Do not hesitate to contact us for what you need.
      Cordial Greetings and blessings.

  2. Observador

    Estoy convencido que sólo hay 3 posibilidades con el IVE:
    1. O te hacés uno de ellos (siendo como ellos, cómplice de muchas locuras, aceptando lo inaceptable.
    2. O te enfermás gravemente
    3. O salís más o menos a tiempo, y te salvás.

  3. Angela

    Siesta seems very popular among religious. Many of these religious sisters and priests are a laugh and liars. We have them in our parish. Totally not capable of being a shepperd. And yes, they don’t hesitate to ruin your life and break the trust you once had in them in order to save their own asses.

    1. AAA

      It’s totally true
      In biblical lenguaje that attitude of lying to people is called “prostitution” those mediocre religious don’t hesitate to fall horribly in that.
      that is the devil’s attitude and pope Francis is not wrong in calling them a cult and mediocre.

  4. WWW

    Amen.
    Entiendo perfectamente de las cosas que la hermana habla. Yo fui religioso seminarista con el IVE por muchos años y gracias a Dios estoy fuera de ellos pero tuve que pasar por una situación muy difícil y viví un infierno con superiores que fueron educados por Buela.
    Gracias a Dios estoy fuera y evite enfermarme.
    Esos superiores cuando ay dificultades con religiosos es muy difícil que en el IVE aya uno que tenga las actitudes que la iglesia universal propone en el derecho canónico.
    Uno de los errores y errores teológicos esenciales en el IVE es, pensar y vivir convencidos de que las ideas teológicas de ellos son la única regla de salvación mientras se critican todas las demás.
    Se contradice con sus obras lo que dicen con palabras, son buenos para citar la doctrina De la Iglesia pero no la cumplen con sus obras, y de eso soy testigo, yo me fui convencido de su seminario de esa actitud.
    Cuando estás viviendo esas actitudes te paresen increíble y impensables, jamás te imaginaste encontrar un superior en la iglesia catolica con esas actitudes.
    ellos tienen seminaristas y monjas como sus mascotas y marionetas con quienes espían a aquellos que les descubren sus putrefacciones.
    Manipulan y guían la situación con mentiras
    No tienen las bolas del tamaño suficiente para decir la verdad, esta actitud de manipulación no pude soportarla y gracias a Dios me di cuenta del juego que les gusta jugar.
    Les gusta jugar al juego infantil de los dobles directores espirituales, esto es que quien en el fondo dirige la situación es el superior mayor, ese toma la dirección por la cual el director espiritual debe guiar a el religioso, eso es totalmente contrario a la naturaleza de lo que la santa madre iglesia enseña con respecto a eso.
    En el IVE no existe la privacidad de la dirección espiritual.
    El rector conoce perfectamente el estado del religioso y los diálogos con el religioso/a que mantiene con el director espiritual.
    Cuando estos superiores meten las patas con seminaristas o hermanas inmediatamente se tratan de lavar las manos, y como? Sacando al religioso a como de lugar del lugar donde está pero no tienen las bolas del tamaño suficiente para actuar como un hijo De Dios y De la Iglesia, haciendo lo que un rector de un seminario y una madre superiora deben hacer ejerciendo su oficio eclesiástico.
    Que no tienen cabeza para pensar que en medidas de gobierno Dios les va a pedir cuentas en medida y en proporción al poder judicial que Dios les ha conferido por medio De la Iglesia, pretenden recibirlo por medio De la Iglesia pero se rehusan a ejercerlo de acuerdo a la misma Iglesia, remplazan la autoridad De la Iglesia por el capricho de Buela.

  5. Margarita

    Y eso es en Ucrania…lo que será en otras misiones del ive…..por qué en las misiones es terrible lo que pasa ..están a cargo de mocosas de 20 años con culturas totalmente distintas y echas las que tienen 30 años de vida religiosa…les exigen a las demás lo que ellas no pueden …lo que aprendieron en San Rafael lo exageran 100 por ciento en las misiones ..terrible….Egipto también dicen fue un caos….espero alguien de medio oriente cuente todo lo que sufrieron ahí las primeras y de la cantidad de monjas que colgaron despues