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  • Ex-religiosa SSVM afectada: «Me retuvieron en contra de mi voluntad y me destrozaron psicológicamente»

    Ex-religiosa SSVM afectada: «Me retuvieron en contra de mi voluntad y me destrozaron psicológicamente»

    Una mujer que estuvo 20 años en el IVE cuenta a IDEAL su historia y cómo «manipulan» a los devotos para obtener donaciones

    Aurora, nombre ficticio, tenía solo 16 años cuando un sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado le incitó a huir de casa de sus padres en Brasil para iniciar el noviciado. Su familia no quería que tomara una decisión tan drástica a esa corta edad, pero una noche huyó hacia Argentina con el cura.

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  • Finalmente la Hermana Guadalupe anuncia su salida definitiva de las SSVM

    Finalmente la Hermana Guadalupe anuncia su salida definitiva de las SSVM

    En sus redes oficiales, la Hermana Guadalupe (nombre de laica Ximena Rodrigo) anunció en un comunicado que el Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará no renovó su pedido de exclaustración por otros tres años, cómo lo hizo mientras fundaba su nueva comunidad.

    Ante esta situación, se vio en la necesidad de tomar una decisión: regresar a las Servidoras o solicitar el levantamiento de sus votos, este último significaría su salida definitiva de la Congregación.

    Finalmente, la Hna. Guadalupe optó por dejar las Servidoras. Firmó su indulto el 10 de febrero de 2024 para dar continuidad con su proyecto religioso: «Los Nazarenos». Ahora su situación canónica dependerá del permiso del obispo o del patriarca, -por su relación con el Patriarcado de Siria- para utilizar algún hábito. Sus votos han sido levantados lo que le constituye ahora mismo en una persona laica, aunque seguramente mantenga sus votos de forma privada y utilice un hábito fabricado por ella misma.

    Hasta que pueda resolver su situación canónica, necesitará encontrar algún patrocinio que le permita continuar con su nueva «Aventura misionera» y obtener autorización para usar hábitos religiosos.

    ¿Pero quién es la Hna. Guadalupe?

    La Hna. Guadalupe llevaba más de 30 años de vida religiosa en las Servidoras. Gran parte de su vida misionera la pasó en Medio Oriente. Fue superiora provincial de las SSVM para las misiones de Medio Oriente por 12 años, junto al Padre Luis Montes IVE, también superior provincial. Juntos guiaban a los religiosos y a los superiores de las comunidades de Medio Oriente.

    Lamentablemente, en esos 12 años que estuvo de superiora provincial no ha dejado buenos recuerdos en las monjas que estuvieron bajo su cargo. Más allá de su jovial temperamento y buena oratoria, durante su gobierno más de 15 religiosas abandonaron la vida religiosa para siempre. Muchas de ellas denunciaron haber avisado a la superiora general, Madre María Anima Christi, lo que ocurría en aquellas tierras.

    1) El cuestionable comportamiento y el escandaloso vínculo de esta religiosa con el Padre Luis Montes, IVE.

    2) Las donaciones recibidas de todo el mundo para los hogares. Se desviaban para gastos frívolos, una práctica que será detallada más adelante.

    3) Su conducta, marcada por salidas frecuentes con este sacerdote ha dejado en evidencia un notable abandono de las religiosas y comunidades bajo su responsabilidad.

    Numerosos testimonios de religiosas que vivieron en su misión han alzado la voz ante Roma, describiendo cómo esta superiora realizaba viajes prolongados en compañía del sacerdote o alquilaba un departamento bajo el pretexto de preparar Capítulos, desapareciendo juntos. Relatan cómo este sacerdote ejercía un dominio dentro de las comunidades participando en convivencias de religiosas y alentándolas a tomar alcohol, fumar e incluso a vestir inapropiadamente en las playas para pasar desapercibidas, «dada la tensión de la guerra», decía.

    Algunas religiosas llegaron a sorprenderlos juntos, presenciando muestras de afectos entre ellos, lo que escandalizó a más de una. Esto causó tristeza entre las religiosas, quienes esperaban que Roma tomara medidas, sin embargo, recibían la respuesta de que debían esperar la próxima visita a la madre general a la Provincia.

    En varias ocasiones, la superiora tenía encuentros de dirección espiritual con el sacerdote en su habitación. Ante las muchas críticas de las demás religiosas, decidieron que Guadalupe llevase a una novicia árabe como compañía, quien, aunque no entendía bien el español, sí se percataba de los gestos de cercanía, caricias y el hecho de estar solos en la habitación, comportamiento no apropiados para los superiores provinciales.

    En medio del conflicto y la crisis en Medio Oriente, esta provincia de las SSVM se destacó por recibir una considerable ayuda económica, proveniente de Estados Unidos, Italia, etc. Se instaba a las hermanas de otras comunidades a destinar parte de sus salarios o a practicar la austeridad para ayudar a estas misiones consideradas las más necesitadas. Sin embargo, a pesar del favorable cambio del dólar y de la realización de algunas construcciones, hubo escasa mejora en los hogares y en la alimentación de los niños.

    En cambio, se promovió el gasto en el alquiler de lujosas casas para las vacaciones de las hermanas, a las que, evidentemente, también asistía el sacerdote. Disfrutaban de vacaciones en las playas de A Dahab y Sharm El Sheik, con costosos whiskies, cigarrillos y tenían que utilizar ropa especial para la ocasión, para evitar escandalizar a la gente.

    Esta forma de vida se hacía cada vez más visible, fue contado por la misma Guadalupe, en sus visitas a Argentina en sus charlas explicativas como misionera.

    Destacaba que en las comunidades de Medio Oriente se vivía una vida religiosa más fraternal, sin las diferencias presentes en otras Congregaciones.

    Compartiendo casi todas las actividades juntos, fomentando las relaciones fraternas entre padres y hermanas, con el fin de elevar el animo y el espíritu, dada la situación de guerra. Sin embargo, la situación empezó a salir de control.

    La cantidad de dinero que recibía también levantó sospechas, incluso, en el mundo árabe, con la publicación de un artículo cuestionando el origen de estos fondos.

    Muchas religiosas de ese período sufrieron enfermedades diversas, desde problemas de depresión hasta sentimientos de profunda soledad. Aquellas que se atrevieron a hablar de lo que veían fueron ignoradas e incluso se las indujo a creer que estaban perdiendo la razón o sufriendo un stress por la situación del conflicto.

    Finalmente, debido a las numerosas quejas, la Hna. Guadalupe fue destituida de su cargo como superiora provincial y enviada a Siria a una pequeña comunidad con solo tres religiosas. A partir de entonces, sufriendo la situación de Siria su figura se volvió notablemente pública, atrayendo la atención de los medios de comunicación internacionales. Comenzó a viajar por todo el mundo dando charlas sobre la guerra y los mártires, acompañada en la mayoría de sus viajes por su mentor, el Padre Luis Montes.

    Desde Hong Kong hasta Sudamérica, recorrieron el mundo impartiendo conferencias sobre la guerra y sus impactos. Su creciente notoriedad no solo atrajo donaciones, sino que también despertó vocaciones.

    Las SSVM apoyaron, a pesar de las criticas, y en cierta medida, su labor evangelizadora haciendo oídos sordos, ya que, «si hay frutos, es de Dios».

    La organización consideraba que los frutos de esta labor, como las donaciones y el mayor reconocimiento mediático de las SSVM, eran pruebas de su divinidad y, por ende, debían ser fomentados.

    Sin embargo, llegó un punto en el que no supieron cómo controlar los frutos de su propio trabajo, lo que marcó un cambio radical en la situación.

    ¿Qué hicieron las SSVM y el IVE ante tal situación?

    A pesar de que las SSVM en un principio alentaron y respaldaron los numerosos viajes y charlas de la Hermana Guadalupe, luego comenzaron a percibir cómo esta religiosa se iba abriendo paso poco a poco por su cuenta. Cada vez resultaba más difícil encontrar una hermana disponible para acompañarla en los viajes largos, pues obligaba a sacrificar y sacarla del apostolado. Con el número de monjas profesas que iban saliendo en las SSVM, esto se convertía en un problema.

    Al intentar las superioras locales ejercer algún tipo de control sobre sus viajes o ajustar su comportamiento, Guadalupe se comunicó directamente con la superiora general, presentó sus quejas y poco después solicitó una exclaustración temporal de tres años para dar inicio al Movimiento «Los Nazarenos».

    Mientras tanto, el IVE reaccionó cómo de costumbre. A través de algunas figuras prominentes para las SSVM, cómo los PP Gabriel Zapata, Fernando Vicchy, Pablo Rossi, que anteriormente la elogiaban cómo ejemplo, pasaron a descalificarla.

    Este comportamiento es común en el Instituto, utilizar la información de la dirección espiritual cómo medio para socavar a los miembros y emitir juicios sobre aquellos que piensan de manera diferente o intentan abandonar el Instituto.

    Aunque no todos los sacerdotes actúan de esta manera, varios aprovechan de esas situaciones con aquellos que ya no comparten sus ideas, sin atreverse a enfrentarlos de frente o a contar la historia completa, siguiendo, de este modo el ejemplo del fundador. Sienten la necesidad de desacreditar a los que intentan abandonar el instituto, pero en este caso, al tratarse de una figura pública, debían ser cuidadosos y asegurarse de que pareciera que todo estaba en orden y que todos estaban de acuerdo con la decisión de Guadalupe.

    Por ejemplo, el Padre Gabriel Zapata, IVE comentaba a las religiosas bajo su dirección que la Hna. Guadalupe tenía problemas de afectividad, insinuando que era poco confiable y que se estaba alejando del carisma.

    Sin embargo, al encontrarse con Guadalupe en público, la saludaba efusivamente y hasta la invitaba a dar charlas a los seminaristas. Sus dirigidas, confundidas por este doble discurso, no entendían su actitud. Este tipo de comportamiento dejaba dudas en los miembros, pues internamente se sembraba la desconfianza, pero externamente no se enfrentaba a la persona directamente.

    Guadalupe y su nuevo hábito

    Guadalupe optó por vivir de forma independiente, convirtiéndose en su propia superiora y organizando una nueva comunidad. Solicitó una exclaustración por tres años para explorar esta nueva experiencia junto a los laicos. Con esto, se liberaba de la supervisión de las SSVM, aunque seguía presentándose como religiosa de la Congregación debido a su exclaustración.

    Durante este tiempo, decidió adoptar un nuevo hábito. Siguiendo el consejo inicial del fundador, el difunto Padre Carlos Miguel Buela, de que el hábito debía ser rojo en honor a los mártires. Guadalupe decidió llevar el mismo modelo del hábito, cambiando a rojo el escapulario y el velo. Sus amigos laicos adoptaron una capa roja, simbolizando así la presencia de los mártires en su comunidad.

    En esta nueva aventura, contó con la compañía del Padre Luis Montes, IVE, quien se convirtió en el asesor espiritual de la comunidad de Los Nazarenos. Juntos recorrieron diferentes países del mundo impartiendo charlas sobre el Medio Oriente.

    Ante esta situación, la superiora general envió un correo electrónico a todas las superioras para aclarar que la iniciativa de «Los Nazarenos» de la Hna. Guadalupe no era una obra respaldada por la Congregación. Que rezaban por ella, pero su proyecto no estaba relacionado con el Instituto, cerrando así cualquier duda al respecto. Aunque Guadalupe afirmaba que sus hermanas la habían animado con su idea, la realidad interna era diferente, y sus acciones fueron vistas como una traición al Instituto.

    Al término de los tres años cómo religiosa exclaustrada, solicitó otro permiso por tres años más a las Servidoras. La respuesta fue clara: debía tomar una decisión entre regresar a las Servidoras o renunciar a sus votos y quedar en libertad. Guadalupe optó por lo segundo, anunciando públicamente su salida definitiva del Instituto y la renuncia a sus votos.

    A pesar de las decisiones de Guadalupe, el Instituto nunca rindió cuentas por los escándalos de esa época. Las hermanas que se marcharon y presenciaron lo ocurrido en Medio Oriente fueron silenciadas, lo que borró cualquier evidencia de lo que pasó durante aquellos años de presión misionera, escándalos y enfermedades entre las religiosas de votos perpetuos.

    Además de las quejas sobre su doble vida y discurso, se criticó su práctica de otorgar hábitos a jóvenes árabes de manera precipitada, lo que generó numerosos problemas en las comunidades, cuando estas abandonaban poco tiempo después.

    En resumen, Guadalupe fue uno de los primeros frutos del IVE/SSVM, en quien todos se enorgullecían en un principio, pero que ha sido olvidada.

    La atención se centra ahora en otras jóvenes promesas. Y el eterno ciclo de manipulación y destrucción que sigue.

    ¿Cuándo esta gente dejará de destruir vocaciones?

    ¿Será que algún día se defenderá la verdad ante todo?

    ¿No es momento que la Santa Sede prohíba todo ingreso a estas dos congregaciones de una buena vez, en nombre simplemente de la humanidad y del respeto mínimo que se debe a cualquier ser humano?

    Comunicado de la Hermana Guadalupe

    Queridos todos: Finalizado el permiso de 3 años que, aconsejada por mis superioras, había pedido a mi Instituto para acompañar la naciente experiencia del movimiento Nazarenos, solicité la extensión. Pero mis superioras consideran que ha llegado el momento de tomar la decisión de seguir uno u otro camino.

    Luego de haberlo rezado he decidido abrazar plenamente este carisma al que me siento llamada por Dios, como Mensajera Nazarena.

    Por eso el 12 de diciembre -día de Santa María de Guadalupe- pedí formalmente la salida de mi querido Instituto, como quien abandona entre lágrimas la casa paterna, embargado a la vez por la emoción de estar formando una nueva familia.

    El sábado 10 de febrero, bajo el patrocinio de Nuestra Señora, recibí el indulto de salida de manos de mis Hermanas, que fraternalmente me animaron a seguir adelante en el cumplimiento de la voluntad de Dios. También era el día de San José Sanchez del Río ¡mártir cristero! Y vísperas de la canonización de Mamá Antula, laica consagrada argentina. A ellos encomendé este paso tan importante.

    Agradezco todo lo recibido en estos años y seguiré espiritualmente unida a la Familia Religiosa del Verbo Encarnado que me formó y me preparó para esta nueva misión.

    Me encomiendo a sus oraciones. ¡Un abrazo a todos!

  • Lo que realmente ocurrió en el convento

    Lo que realmente ocurrió en el convento

    Publicamos aquí una traducción del artículo publicado por Kelly Sue Fitz (ex Madre Lumen) en su blog, originalmente en inglés. Gracias Kelly Sue por autorizarnos a publicarlo aquí.

    En los últimos meses he estado sumergida en el «trabajo en la sombra» y me he dado cuenta que, incluso, cuando uno cree que has superado todo, siempre queda algo más por superar. Y ese algo para mí ha sido el tiempo en que pasé en el convento.

    Hasta ahora creo que nunca di voz suficiente a la injusticia real y a la imagen completa de abandono y disfunción que viví y que se vive allí.

    Y aunque he escrito blogs, he hecho vídeos e incluso escribí una carta pública de 3 páginas a mi ex Congregación en el año 2015, rara vez he publicado los detalles crudos y descarnados, quizás, por tratar de ser algo respetuosa, supongo, obedeciendo a ese arquetipo de «niña buena», que aún vive en mí.

    He de decir que resulta difícil, muchas veces, contestar a la pregunta: «¿Por qué dejaste el convento?», elaborar una respuesta elevada, según a quién no es posible, así que, suelo contar una versión abreviada y digerible, pero una ex hermana una vez me recordó la importancia de no minimizar lo sucedido, sobre todo, para mí misma. Así que, estoy intentando canalizar la guerrera y la bruja que vive en mi interior para hacer un informe más completo de lo ocurrido. Además, me he dado cuenta a lo largo de esos años que, al intentar contenerme, no se ha visibilizado y validado suficientemente mi testimonio.

    Parte de «mi sombra» con la que he estado trabajando recientemente es el peso que cargo en mi entorno por ser considerada «perezosa», ya que, no concibo trabajar a tiempo completo nunca más, y no lo he hecho desde el año 2019, pero ¿será que si el mundo supiera por lo que he pasado en pocos años, pero de forma tan intensa, mi deseo de no volver a trabajar a tiempo completo sería validado?

    Parte de ese mi «trabajo en la sombra» es justamente asumir esa «sombra» y poder salir de ella, es un intento de dejar esa sombra de chica perezosa, pero yo sé que solo es una parte de mí, pues hay una otra parte que sabe y conoce que existe un ritmo natural en cada uno de nosotros que también debe ser buscado, reconocido y obedecido.

    Las semanas laborales de más de 40 horas pueden ser consideradas ridículas para cualquier ser humano, si nos fijamos en que también estamos hechos para disfrutar de nuestros seres queridos, cultivar dones, cultivar la naturaleza, etc y no solamente estar sentados frente a la computadora dedicando horas en conseguir dinero para seguir sobreviviendo, pero por desgracia, vivimos en 2023 y para la mayoría de nosotros es un constante tira-y-afloja, el sobrevivir y tener tiempo para hacer cosas que nos gustan con las personas que amamos.

    De todos modos, que este escrito también sirva cómo una llamada a las SSVM (otra vez), y sea un intento de validar mi yo más joven que en esa época necesitaba que alguien luchara por ella y no encontraba a nadie.

    Convento St Paul, hacia 2009

    Este será mi mejor intento de hacer una lista de aquellos años de «espectáculo de mierda»:

    • A los 26 años, fui nombrada Madre Superiora del convento de East Harlem, Nueva York, siendo la más joven de esa comunidad, tanto en edad como en vida religiosa, sin haber hecho aún los votos perpetuos. En una gigantesca parroquia bilingüe.

    • Al cabo de un año, me enviaron a una hermana que había sido diagnosticada con trastorno límite de la personalidad. Era argentina y tenía unos 30 años, había hecho sus votos perpetuos y había estado causando malestar en las casas de formación de Washington, donde había estado viviendo. Mis superioras me la enviaron a mí, diciéndome: «Lumen, tú eres tan tranquila, estamos seguras de que podrás manejarla», y me dijeron que leyera el libro; «Walking on Eggshells» para mejor prepararme y poder tratarla. A esas alturas me sentía «tranquila», pues creo que ya estaba viviendo en una constante disociación con la cantidad de cosas que iba ocurriendo.

    • No se me permitió informar a la comunidad sobre el diagnóstico de esta hermana, por lo que esencialmente tuvieron que sufrir su ira, sus arrebatos y el malestar que esa hermana provocaba, sin entender por qué nadie hacía nada al respecto.

    • Diariamente yo tenía largas sesiones de diálogo y escucha con ella —a veces hasta 2 horas seguidas— mientras ella lloraba encerrada en su mundo emocional de auto-odio, absorbiéndome, quitándome la energía y el tiempo que tenía que disponer también a las demás hermanas de la comunidad.

    • Iba a un psiquiatra y tomaba varios medicamentos psicóticos, también le fue sugerido una terapia dialéctica conductual residencial debido a la gravedad, yo a su vez pedí esto por escrito para presentarlo a mis superioras cómo una prueba de su gravedad. Las superioras lo denegaron por motivos económicos, pero tampoco quisieron enviarla de regreso a su casa, así que tuvo que seguir en mi comunidad, tomando sus medicaciones y haciendo terapia de conversación una vez a la semana, lo que no sirvió absolutamente de nada. Esto duró 2 años sin ningún control, mientras yo poco a poco «perdía la cabeza».

    • Esta hermana tenía regularmente arrebatos a causa de su trastorno, tanto conmigo cómo con el resto de la comunidad, aparentemente por nada o por pequeñas cosas, cómo por ejemplo, que una hermana doblara mal las toallas.

    • Muchas veces se encerraba en el baño durante horas o se golpeaba la cabeza contra la pared repetidamente para hacerse daño; todo tipo de locuras.

    • Aparte del libro, no me dieron ningún tipo de preparación o apoyo para ayudarla. solo me decían: «No te tomes nada de lo que diga o haga como algo personal, es su enfermedad».

    • Además era una hipocondríaca furiosa. Llegó con alergias alimentarias, le extirparon la vesícula biliar cuando yo estaba a cargo de la comunidad, fuimos a docenas de especialistas en NY en el transcurso de sus 2 años conmigo en Harlem.

    • Por no hablar de que constantemente me llamaba mientras yo trabajaba en la oficina de Catecismo parroquial (sustituyendo a otra hermana que se marchó durante un año y a la que no se prestó tampoco ningún apoyo —pero sobre esto más adelante—) quejándose de dolor, apartándome del trabajo o lo que parecía ser más probable, simplemente intentando llamar mi atención, como suele ocurrir con personas con trastorno límite de la personalidad a la persona que tienen de apoyo.

    • Pasaron muchas cosas en ese primer año, pero recuerdo que otra hermana de mi comunidad necesitaba regresar a Argentina para apoyar a su madre por un tiempo indefinido. Esta hermana era la responsable del catecismo en la parroquia, el apostolado era muy grande y el trabajo era a tiempo completo, pues había más de 400 niños y más de 50 catequistas en un programa bilingüe (español los sábados e inglés los domingos). ¿Adivinen quién debía cubrir su puesto mientras ella estaba de licencia indefinida? Sí, yo.

    Pedí apoyo a las superioras porque, literalmente, me estaba volviendo loca. Mis superioras sabían lo difícil que era tener una hermana con un trastorno límite de la personalidad dentro de la comunidad, por tanto, ¿Cómo podían pensar que yo pudiese asumir una responsabilidad más y reemplazar a esa hermana que faltaba asumiendo también el papel de directora de Catecismo a tiempo completo?

    A final me enviaron una hermana que me ayudaba a tiempo parcial, fue para mí una verdadera bendición, pero no lo suficiente, porque para mi sorpresa ella también estaba enferma y muchas veces necesitaba ausentarse, hasta que finalmente acabó por abandonar la vida religiosa (hoy se encuentra mejor, curada y prosperando en su vida). Conclusión: tuve que cubrir este puesto a tiempo completo durante todo el año catequético, junto con la gestión de la hermana enferma y el resto de las hermanas de la comunidad, sin contar que también era la responsable a nivel de provincia de la parte litúrgica, planificaba toda la liturgia cantada para las fiestas, misas de votos y eventos, donde reuníamos a cientos de personas.

    Ensayo del coro, 2010

    Además, ser superiora de una comunidad que ya conlleva sus propias responsabilidades que, abarcan a todas las hermanas, reuniones de superioras, funciones de liderazgo, etc. dentro de todo era la parte más fácil, pero no significaba que no hiciera nada; el apostolado era muy grande y había que constantemente preparar y organizar clases en la parroquia, retiros para jóvenes, niños etc. Siempre había mucho por hacer.

    Pero, ¿había alguien escuchándome?

    ¡Y no he acabado aún!

    • Mis superioras parecía ignorar todo lo que yo decía. Me comunicaron que tenía que viajar à Argentina y acompañar a la hermana enferma para que se hiciera ver con un médico de allí. Debíamos quedarnos en la casa de su tía en Buenos Aires durante unos días, para que el médico le hiciera algunas pruebas, mientras ella tomaba sus medicaciones, no recuerdo bien qué medicaciones eran, pero no estaban relacionados con el trastorno que tenía, sino con su salud física, así que viajamos hasta allí e hicimos todo lo que se necesitaba, no fue fácil y tuvimos muchas peleas durante el viaje.

    En el último momento, quiso que le acompañara a visitar a su familia a otra región de Argentina (¿a visitar su familia negligente y disfuncional?). Este es el amor/odio en las relaciones entre una persona con trastorno límite de la personalidad y las personas que las cuidan, un día te odia y al día siguiente, están súper apegados a ti (no es de extrañar su temor a las relaciones humana).

    En ese momento me dije a mí misma: «ni pensar, no voy. Ellos literalmente son la razón por la que eres cómo eres». No se lo he dicho, pero era la verdad.

    Le rogué a mi superiora que me dejara volar sola de regreso a Nueva York, y me concedieron. Así que volé de Buenos Aires a Nueva York y apenas llegué, le rogué a mi director espiritual (un sacerdote del IVE), que urgentemente hiciera algo por mí, o se iba esa hermana de la comunidad o me sacaran a mí. ¡Yo ya no podía más!

    Finalmente, gracias a sus súplicas (y lo que es más impresionante, hizo falta que un hombre dijera algo para que por fin tomaran alguna providencia), la enviaron a la Casa Provincial (a 4 manzanas de distancia).

    • Unos meses más tarde, pedí un tiempo para descansar y me enviaron a Avondale (Pensilvania), para ser la directora de Catecismo de allí. ¿Si eso les parece un descanso? Avondale era otra parroquia enorme y la directora de Catecismo era una responsabilidad igual de grande y a tiempo completo. Por lo tanto, no sólo desempeñaría ese papel, sino que, a diferencia de Harlem, tendría que aprender nuevas forma de hacer las cosas, conocer a todos los nuevos profesores, familias, etc. Cada parroquia es un mundo diferente con sus propias reglas. ¡Sí, genial, muchas gracias por todo!

    Dejé la vida religiosa sólo 2 meses después de mi traslado y todo empezó a desmoronarse en mí apenas un mes después de estar allí. Empecé a llorar a diario, no podía comer, no podía sonreír, no tenía energía ni afecto, me sentía profundamente triste. Había llegado al otro extremo de lo que es el agotamiento, me sentía en un completo duelo, una parte de mí parecía haber muerto contenida en esa especie de vida religiosa. Irónicamente, me llamaba «Lumen» (luz), pero sentía cómo mi luz interior se había apagado.

    La única paz que sentía era la de imaginar dejar esa vida y la esperanza —a pesar de todos los miedos de volver al mundo a los 30 años, con la cabeza rapada y un vacío de 8 años en el currículum— de que algo podía ocurrir en mi vida que fuera mejor de lo que estaba viviendo.

    Y este ha sido mis 12 años allí. No ha sido fácil y sigue sin serlo, abrir camino en esta sociedad capitalista es difícil, pero tengo buenos aliados visibles e invisibles que me ayudan.

    • Mi director espiritual me dio el visto bueno para pedir el indulto de salida, así que se lo pedí a mi superiora y ella inmediatamente pensó que yo estaba teniendo un ataque de nervios, -si analizamos en retrospectiva, así era-. Quería enviarme al monasterio unas semanas o a California «para descansar». Intenté explicarle que esto venía de hace mucho ¿era posible que no se diera cuenta? Un descanso de 2 semanas en el monasterio no arreglaría aquello. Finalmente, mi petición fue dirigida a la Superiora Provincial y tuve que mantenerme en contacto con ella para asegurarme de que mi petición seria escuchada y saber cuándo podría volver a casa. Pasó un mes hasta que por fin me dieron una fecha para irme, el 19 de septiembre.

    Abandono y maltrato

    Llevo 3 años trabajando «entre bastidores», en una consulta excepcional de terapia dialéctica conductual, con un conocimiento cercano y personal, tanto de la modalidad como de los tipos de cliente típicos que mejor se ajustan a los criterios de ese tipo de terapia. Puedo decir con seguridad que el hecho de que las superioras se negaran a permitir el tratamiento a esa hermana con trastorno límite de la personalidad (incluso en régimen de internamiento) fue una negligencia, ya que, ella estaba causando daño a sí misma y a las de su comunidad.

    Esa Orden religiosa se enorgullecen de «cuidar de los suyos», una estupidez escrita en sus Constituciones, en este caso y en tantos otros, vemos la negligencia y los cuidados insuficientes que tenían. En mis tiempos, rara vez enviaban a una hermana enferma de vuelta a casa, bajo lo que dice la misma regla, pero estoy segura que esta hermana en particular se habría negado vehementemente ante tal propuesta, pero algo habría que hacer, pues la realidad era la de una una mujer joven, diagnosticada con trastorno límite de la personalidad, recomendada por escrito hacer una terapia dialéctica conductual residencial por su psiquiatra, y la Orden a la que pertenece se negaba a proporcionarle el tratamiento para que tuviera una salud mental estable. Siendo las consecuencias:

    • un sufrimiento diario para esa hermana que constituía en subidas y bajadas de emociones incontrolables,

    • que las demás tenían que sufrir sus arrebatos de ira, su volatilidad emocional y manipulación con regularidad, sin que supieran el por qué,

    • su superiora, como yo misma, tuve que hacerme cargo y cuidar de alguien que padecía una enfermedad mental y emocional crónica, sin tener ninguna formación particular ni apoyo profesional en este tipo de función, y al mismo tiempo tenía que cuidar del resto de la comunidad, de las responsabilidades del apostolado, asumiendo también responsabilidades de la provincia.

    SIN MENCIONAR que nadie se preocupaba por mí, Me la enviaron con un libro, al estilo manual de preparación para vivir con una persona enferma. No logré que le asignasen un terapeuta cuando realmente lo necesitaba; no logré que me enviaran una hermana más para ayudar en el apostolado, es decir, no recibí ningún tipo de apoyo regular para hacer frente a todo esto sola.

    Todo lo que estaba a mi alcance era llamar por teléfono a la superiora provincial cuando la situación se ponía realmente fea y salía del control, pero nunca se hizo nada para cuidar de mi salud mental y emocional.

    Desde aqui mando un saludo a mis padres

    Menos mal, que crecí en un hogar estable y con vínculos seguros, menos mal que tuve una educación sana y tuve siempre los pies en la tierra, con un sabio discernimiento, profundas habilidades intuitivas y la capacidad de gestionar mi mundo emocional lo suficiente cómo para no salir desesperada corriendo de allí cuando un día se desató toda la mierda; y menos mal que siempre he tenido la capacidad de aprender rápidamente, pues esto me ayudó a sobrevivir a toda aquella locura, y ahora entiendo porqué me cargaron con todo, las que han estado en esa Orden entenderán: ¡APOYA SIEMPRE A TUS SUPERIORAS!

    Pero, ¿Qué están haciendo SSVM?

    Es como tener a los 5 titulares de un equipo de baloncesto, que son los que más minutos juegan y los que más apoyan al equipo, pero ninguno de ellos participan de otros beneficios, cómo por ejemplo, ir al quiropráctico, a la sauna, ni comer comidas buenas y nutritivas, etc. Cómo se explica todo esto sin hablar de negligencias y abusos.

    Y no me hagas hablar de cómo se nos enseña a ser «generosas con Dios», pues de esta forma «Dios nos dará la gracia para cualquier cosa que se nos asigne». Eso no es más que un lavado de cerebro para que te calles y seas una monja buena y callada; para que te sientas culpable y que ante cualquier pensamiento contrario vayas a confesarte, cuando literalmente son ellos los que están chupando la vida que Dios te ha regalado. ¿Bastante retorcido, no? ¡Bienvenidas al convento!

    (Estoy redactando esto).

    ¿Nos hemos apuntado todas a una vida de servicio, obediencia y «muerte al yo como Cristo en la Cruz»? De hecho, sí. Pero ¿sabíamos que sería tan disfuncional y perjudicial para nuestra propia salud mental, emocional y física? ¡No! Deberíamos, entonces haber leído «la letra pequeña».

    En mi opinión, al aplicar la frase: «¿Qué haría Jesús?», -lo que para mí es una pregunta básica del cristianismo-, las SSVM hicieron lo contrario. Tendrían que haberse preocupado, haber permitido y haber conseguido un lugar para el tratamiento de esa hermana con trastorno. De esta forma le ayudaría no solo a ella, sino a las hermanas que tenían que convivir con ella y a la superiora a su cargo, y no solo con miras al presente, sino también al futuro. No se puede negar algo así por falta de medios económicos, porque las SSVM, SÍ TIENEN FONDOS.

    Resumen

    También escribo cosas positivas sobre mi paso por la vida religiosa, lo he dicho una vez y no cambiaría la decisión que tomé de entrar en las Servidoras. Es un camino de vida poco común que me siento agradecida de haberlo recorrido, pero he de decir que ha sido profundamente perjudicial para muchas de nosotras.

    Mi historia es una de las más «ligeras», no sufrí insultos, no sufrí maltratos, no me enviaron a casa sola y sin dinero, cómo hicieron a otras. Me llevaron de regreso a casa dos hermanas, probablemente porqué yo había sido superiora durante 4 años y sentía que las hermanas me apreciaban o, quizá, porque simplemente era una chica blanca y norteamericana, ¡quién sabe! Pero hay otras historias tristes y lamentables y que causaron más daños. La mía entraría dentro de los traumas crónicos y de larga duración, a lo mejor, somos menos, ¡pero existimos!

    A principio de este año recibí la noticia de una hermana con la que había vivido que había decidido irse, llevaba unos 20 años de vida religiosa y eso me preocupa, rezo para que esté bien. Le hemos tendido la mano, pero ahora mismo no quiere ningún tipo de apoyo. Muchas estuvieron menos tiempo que nosotras, pero con historias igual de intensas. Ambas son válidas y perjudiciales.

    Cada una de nosotras buscamos sanar y as veces el proceso es largo, pero diría que la dificultad está en que nuestras historias conventuales son difíciles de visibilizar porque todo pasa en un ambiente con mucho secretismo y nadie sabe REALMENTE lo exigente que es la vida que llevamos y el lavado de cerebro que hay, al menos que lo haya vivido.

    Repetiré siempre que se trata de una secta y no lo suavizo, pero cómo todo está bajo una fachada que gran parte del mundo honra —monjas haciendo obras de caridad, ayudando a los más pobres entre los pobres, esposas de Cristo— es difícil separar lo virtuoso de lo dañino, pero las 2 pueden coexistir.

    Sin embargo, aquí estamos. Intentando llevar nuestras historias, nuestros secretos y heridas de la mejor manera posible; intentando convertirlos en magia y servicio en este mundo, a menudo con el alma un poco cansada y llena de cicatrices por lo que hemos pasado; intentando seguir sin «quemarnos», una vez más y sin que se aprovechen de nosotras siendo un poco más sabias e indecisas a la hora de entregarnos por completo a algo.

    Y Esta es la razón por la que no quiero trabajar a tiempo completo nunca más. Haber sido monja era un trabajo 24/7 sin límites. ¡Es una mierda salvaje!

    Después de mi salida, «me quemé» otras 3 veces más en el mundo laboral a tiempo completo, y aunque, esto no es objetivamente un problema por lo que todos enfrentamos, simplemente he decidido que, ya no es para mí.

    Sólo quiero tumbarme en la hierba, contemplar la brisa entre los árboles y jugar con gatos el resto de mis días, y bailar, por supuesto.

  • Impactante testimonio de una ex servidora

    Impactante testimonio de una ex servidora

    Estimados lectores:

    Comenzamos un año nuevo con un nuevo testimonio; de verdad impactante, digno de leerse y compartirse, ya que nos venimos a enterar de cosas realmente nuevas para nosotros mismos. Desde el Equipo de Administradores de este blog, agradecemos de corazón a quien nos lo hizo llegar de forma anónima, y aprovechamos para alentar a todos los que quieran colaborar contando su experiencia, a que lo hagan y no tengan miedo, ya que, haciéndolo, podemos estar ayudando enormemente a muchas personas.

    En la categoría «testimonios», pueden encontrar agrupados todos los testimonios de las personas que ya han querido hablar, al menos, como hemos dicho, de forma anónima, para guardarse de cualquier problema que pueda surgirles.

    Sin más, los dejamos con el presente testimonio que nos ha impactado profundamente:

    Mi experiencia con el IVE empezó cuando entré al “aspirantado” donde pasé dos años no tan tranquilos, ya que desde ahí empezaron a “lavarme el cerebro” con sus educaciones internas. Ya éramos consideradas miembros de la congregación y estábamos obligadas con voto de obediencia (extrema) aunque no lo habíamos profesado. En el noviciado la «formación» era muy dura; había una formadora muy desequilibrada psicológicamente y cada pequeño error o palabra dicha de forma equivocada era motivo para regañar y castigar a las novicias. Si una novicia estaba triste por cualquier razón o no estaba muy atenta a las cosas que decían las superioras, el castigo psicológico más fuerte consistía en quitarte la cruz (que es parte de tu hábito) para que todas las novicias y monjas supieran que estabas castigada por algo, y así nadie te hablaba.

    Mi experiencia fue mucho peor, aunque nunca me quitaron la cruz a pesar de que estaba en contra de muchas cosas. No sé por qué, pero yo fui la favorita de una superiora que me adoraba. Me dieron la oficina de finanzas de la casa cuando era apenas una novata. El oficio incluía el manejo del dinero de la comunidad, las «compras» (que prácticamente no se hacían) y la mendicidad, que era lo más humillante. Todas las novicias divididas en grupos iban al mercado, a las tiendas, a pedir comida. La gente se compadecía al ver a las monjas muy jóvenes pidiendo comida, daban lo que podían a sus expensas a pesar de que solo eran empleadas, otros en cambio insultaban diciendo «tú eres joven, también podrías trabajar y ganarte tu propia comida». Y tenían razón. Yo no soportaba esto y me resistía mucho, pero te tenías que ir a casa con las maletas llenas, si no, te regañaban porque no hacías bien tu trabajo. Había que pedir a los benefactores todo, hasta el papel higiénico. El dinero de la comunidad se gastaba en tonterías, es decir, coca-cola, papas fritas, queso, cerveza… lo que fuera necesario para hacer «stuk», una especie de fiesta de pijamas donde comías de todo, hablabas y jugabas.

    Una vez, cuando era «ecónoma», me acusaron falsamente de esconder dinero de las superioras, por lo que me trataron mal y nunca pidieron perdón por la falsa acusación.

    Otra vez fui testigo de lo peor: dos monjas, la superiora y su ecónoma, amigas íntimas en relaciones enfermizas, las encontré en una sala donde nadie entraba, dándose caricias. Yo entré porque tenía que buscar algo que se encontraba allí; entré silenciosamente porque era la hora de la siesta, pensando que descansaban, y yo no quería molestar. Ellas no se dieron cuenta que yo abrí la puerta, y cuando las vi en esa escandalosa situación, golpeé la puerta fuertemente para dar a entender que las había visto darse esas «caricias».  No me miraban ni hablaban por varios días. Yo lo conté a otra hermana de la comunidad y ella ya lo sabía, pero era de carácter débil y con amenazas la callaban. Yo no: le conté todo a la provincial pero no me creyó. Me miró como si yo estuviera loca y me amenazó diciendo que me iría al infierno por inventar mentiras sobre mi superiora.

    Durante la «formación» en el “estudiantado” ya no tenía ningún deseo de continuar con ellas, sentía el deseo de consagración, pero no en las SSVM porque no encontraba la verdad en su forma de vida. Hablé con las superioras, con el director espiritual, pero para ellos era simplemente una tentación del demonio contra la que tenía que luchar. La idea de vivir en constantes mentiras me consumía por dentro, pero con las amenazas que recibía, tenía miedo de tomar elecciones decisivas. Vi salir a muchas monjas con las que luego nos prohibieron hablar porque eran infieles a su vocación y eran peligrosas porque podían hacernos daño, es decir, según las superioras, con su salida nos daban testimonio de condenación eterna… Esto fue psicológicamente devastador. No podrías hablar con nadie de afuera porque nadie conoce la vida religiosa y nunca entendería la vida comunitaria, de hecho, solo “podrían dañarte”. Todos viven allí convencidos de que están en la verdad, y la gente, los sacerdotes diocesanos, los religiosos de otras órdenes, según IVE Y SSVM, viven en la mentira porque no viven según el evangelio como deben, y por eso nunca se podía tener un franciscano o un jesuita o un diocesano como director espiritual. Cuando yo veía a otros religiosos no pertenecientes al IVE me sentía feliz porque percibía que vivían en libertad de espíritu y no como como nosotros, esclavos dentro de las SSVM, y esto me ponía cada vez más en una situación en la que ya no podía vivir. Entonces las cosas que pasaban, las constantes mentiras en mi contra me cansaban cada vez más y no podía hablar con ninguna de las monjas porque le informaban todo a la superiora, añadiendo también cosas inventadas. Le pedí a mi director espiritual ir a otra congregación, pero me dijo que era contra la voluntad de Dios porque si yo estaba con las Servidoras es porque el Señor quería que yo fuera santa allí y no con otras monjas, y eso sería traicionar la voluntad de Dios. Pero ya no podía vivir más con ellas: todo lo que decían y hacían me daba asco. Así que, en cada reunión con el director espiritual yo hablaba de querer irme y él trataba de persuadirme de lo contrario diciéndome que no podría soportar los cambios, también porque no encontraría nada mejor, porque en todas las congregaciones viven con las mismas reglas y peor aún, no son fieles al carisma de sus fundadores, son progresistas, etc.

    Me trasladaron a otra comunidad donde nunca quise ir y con una superiora incapaz de serlo, y a su vez, manipulada por las otras superioras mayores. La vida empezó a ser cada vez más complicada, porque siempre me ponían en la situación de tener que pelear con las superioras, y yo, para ellas. siempre era una mentirosa: me espiaban día y noche, las monjas «encargadas» de espiarme estaban orgullosas de hacerlo porque se sentían importantes… En la comunidad había tanta envidia y celos hacia mí, porque tenía amigos, (la gente de la parroquia me quería porque siempre estaba ahí cuando necesitaban hablar). En cambio, las demás no eran felices porque se creían inteligentes y nunca tenían tiempo para la gente, porque pasaban todo el tiempo en la computadora haciendo cosas inútiles y a veces escandalosas. La gente enseguida entendió cómo eran las monjas y empezaron a no tenerles mucha confianza, y esto les provocó muchos celos, al punto que las mismas monjas corrieron la voz en mi contra diciendo que estaba enamorada del párroco y de otros hombres. La gente me conocía y no creía en estas «noticias» falsas. Para que no se descubriera que fueron ellas quienes difundieron estos rumores, las monjas dijeron que fue la señora NN quien lo hizo, porque las cosas han quedado en evidencia y la verdad siempre triunfa. Todo esto creaba mucha confusión entre la gente: ver a las monjas comprometidas con hacer el mal… Siempre me espiaban, escuchaban las llamadas telefónicas que recibía para saber con quién y de qué hablaba, tanto que después empecé a decir, sin miedo, a quien llamaba que nos estaban escuchando al otro lado del auricular. Yo ya estaba convencida de salir de ahí pero no me dejaban, y tenían miedo. Yo sabía y había visto demasiadas cosas que podían ser usadas en su contra. Me amenazaron con el infierno si dejaba la congregación y muchas veces me decían que con mi comportamiento (de querer irme) estaba condenando a mis familiares al infierno por mi falta de fidelidad a la congregación.

    Me ofrecieron importantes tareas solo para mantenerme adentro, pero no acepté; me amenazaron con otras cosas; me prohibieron hablar con gente de afuera: amigos, padres… Me enviaron al monasterio de clausura, como hacen con muchas, a rezar por mi «conversión» y perseverancia en mi vocación, porque según ellas, era una tentación. Yo ya estaba al tanto de muchas cosas ocultas que no comunican a los miembros, por ejemplo, los escándalos de Buela, que para ellas era un santo perseguido por la iglesia porque es el único que predica la verdad y la doctrina correcta: «nos persiguen porque tenemos tantas vocaciones que otros no tienen y a la Iglesia esto no le gusta”. Lo escuché muy a menudo. Nunca nadie ha dicho la verdadera razón por la que Buela fue sacado de su cargo, al contrario, iban a visitarlo a escondidas. Empecé a descubrir muchas salidas de sacerdotes y monjas, y descubrí muchos testimonios, y esto me dio mucho valor para salir sin miedo.

    Me hicieron la vida imposible cuando les comuniqué que me iría en breve. Inventaron otras historias en mi contra pensando que me podían chantajear, pero fracasaron. Descubrí que todos los días hurgaban en mis cosas, siempre encontraba un armario desordenado y cosas extrañas como si fuera brujería… Eso no me asustaba, pero cada vez me escandalizaba más con estas actitudes. Un día estaba trabajando cuando me llamaron porque buscaban cartas de amor de mis supuestos amantes, pero no las encontraban y querían ver si las había escondido en las maletas, pero como estaban cerradas con candado, no pudieron revisar. Yo estaba furiosa: tomé mis cosas, las tiré en la maleta y me peleé con esa «monja», y me fui. Ella lloraba porque entendió que perdían si empezaba a hablar sobre lo visto: me pedía que no me apurara, que es el diablo el que me empuja a hacer eso, y que ellas solo quieren mi bien. Esta vez me invadió la ira que me dio el coraje de tomar esa decisión: estaba furiosa, pero no me arrepiento.

    Cuando llegué a casa, mis padres no entendían lo que estaba pasando allí. Les expliqué la situación y no podían creerlo. En casa, sin embargo, no tenía paz porque me encontré con que las monjas venían a mi casa a convencerme de que volviera, me ofrecieron dinero para volver con ellas, me dijeron que fuera con ellas a hacer los ejercicios espirituales para ponerme de vuelta en el camino correcto. Siempre he rechazado todo.

    Entendieron que yo no retrocedería en mi elección; me empezaron a mandar sacerdotes del IVE, me llamaron por teléfono (después de lo cual cambié de número), luego llamaron a mis familiares para decir que tenía que hablar con ellos, intentaron por todos los medios que me «convirtiera» y volviera a ellas, usando incluso tonos y formas agresivas. Uno de los sacerdotes le dijo a un familiar mío muchas mentiras sobre mí para ponerlo en mi contra, para hacerle ver que yo era el problema y que solo estaban tratando de ayudarme. Su comportamiento me hizo sentir mal y decidí contarles a todos mis familiares lo que viví allí. Cada vez que los sacerdotes aún trataban de manchar mi nombre, mis familiares me defendían diciendo: «¿Qué clase de religioso eres si haces cosas obscenas y vives en una mentira?” Los Padres del IVE y las SSVM se dieron cuenta de que les conté cosas a mis familiares y se asustaron de que pudiera seguir diciéndoles a otros, entonces comenzaron a poner en mi contra a los feligreses que me conocían bien. Incluso llegaron a amenazarme a través de mensajes telefónicos diciendo: «Estás enojada porque cambiaste el cielo (es decir, el IVE) por el infierno (es decir, mi familia). Te mereces el infierno y te llevas a tus familiares contigo». A este mensaje respondí con igual desenfreno diciéndoles que ya viví un infierno en su congregación y ahora soy libre y estoy en el cielo.

    No se dieron por vencidos y siguieron amenazándome, enviándome mensajes amenazantes a través de conocidos en común. Me amenazaron con la excomunión de la Iglesia. En ese momento se me acabó la paciencia y le respondí con aire fuerte diciendo que, si no me dejaban en paz, mañana iría al obispo y le contaría todo sobre ellos y serían ellos los que tendrían miedo a la excomunión y no yo. Tuve que mudarme a otra ciudad para estar lejos de ellos y nunca volver a verlos. Pero siguieron buscándome, tenían miedo de mí y de lo que pudiera hacer contra ellos. Mis familiares me informan de todo y a través de ellos he mandado mensaje a los sacerdotes y monjas para que dejen de perseguirme porque mi paciencia tiene límite y pueden tener grandes problemas. No me han molestado desde entonces.

    Trataron de ser amables con mis familiares, me pidieron mi número de teléfono porque «solo» quieren estar en contacto conmigo. Nunca les he dado esta satisfacción.

    Cada vez me doy más cuenta de que esa Congregación es una verdadera y propia secta, tienen actitudes que, para permanecer intactos ante la Iglesia y la gente, destruyen la vida de aquellos miembros que se rebelan y se van.

    Este testimonio mío es una pequeña parte de lo que viví: para contarlo todo en detalle tomaría mucho tiempo y muchas páginas, pero mi intención aquí es mostrar y hacer entender qué tipo de religiosos son los del Verbo Encarnado y cómo son. Pueden arruinar tu vida. Le doy voz a todos aquellos que no tienen el coraje de contar o que ya no tienen la cabeza porque se enfermaron de esquizofrenia y ya no pueden decir nada, como una amiga mía que se enfermó allí e incluso intentó suicidarse queriendo tirarse por la ventana para salvarse de ellos; la atrapamos a tiempo, está viva, pero su vida está arruinada y es joven.

    Cierro aquí esperando que mi testimonio pueda abrir los ojos de aquellos que están “hipnotizados” por la fingida alegría de las monjas y sacerdotes del IVE. Si sientes vocación, sigue otras órdenes o congregaciones que se han fundado hace muchos años, aunque tengan pocas vocaciones, pero al menos, que vivan bien el Evangelio en la libertad de los hijos de Dios, y así serás feliz y te sentirás realizado en la vida. Y sobre todo en la verdad.

    Aclaración:

    Los hechos aquí descriptos por la ex religiosa de SSVM, quien nos ha pedido mantener su anonimato, sucedieron, por autorización suya de ser aclarado aquí, entre los años 2005 y 2014 en Ucrania e Italia.

  • Y la Iglesia ¿Qué hace al respecto?

    Y la Iglesia ¿Qué hace al respecto?

    ¿Cuántas veces ha intervenido la Iglesia al IVE? Y…, ¿Cuál ha sido la solución y/o el cambio? La respuesta es NINGUNA/O.  


    Me asombra como la Iglesia oculta, tapa, alarga los procesos, intenta hacer ver como reconduce los malos actos, pero la realidad es que no se moja con nada.  

    Actualmente hay numerosos casos de daño (de todo tipo) causados por el IVE, algunos bastante serios, que de quererse podrían juzgarse ante un tribunal. Son muchísimos los testimonios que hay por todo el mundo a los que la Familia Religiosa del Verbo Encarnado les ha alejado de la fe, y otros tantos que no se conocen (ya sea porque las

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  • El sectarismo vocacional de las SSVM

    El sectarismo vocacional de las SSVM


    Quiero compartir mi experiencia en este blog como un testimonio más acerca de las actuaciones sectarias y de abuso que existen dentro de la familia religiosa de las Servidoras del Señor y La Virgen de Matará. Si han leído otros testimonios, podrán comprobar ustedes mismos que hay muchos puntos en común, lo cual no es casualidad, sino la prueba de que esto es así. 
    Yo era una chica creyente y practicante, con bastante formación religiosa. A pesar de ello, nunca tuve la intención o la vocación (hablando en su terminología) de entrar en ningún convento, y eso que han sido muchos los que se han cruzado en mi camino. Esa opción no la vi nunca para mí. 

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  • ¿Existe realmente proceso de discernimiento en las SSVM?

    ¿Existe realmente proceso de discernimiento en las SSVM?

    PARTE 1

    Empezaré una serie de reflexiones sobre mi experiencia en las SSVM, sobre un tema muy importante, el discernimiento, y porqué pienso -después de haber hablado con sacerdotes del IVE y que no son del IVE- que no existe verdadero proceso de discernimiento en el IVE y en las SSVM y lo que existe es en si muy deficiente. Un testimonio más que no difiere de tantos otros de las que han pasado por la SSVM. 

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  • Preocupaciones con las SSVM

    Preocupaciones con las SSVM

    Un testimonio que encontré en Chat de Café

    Encontré este interesante blog: ‘mi experiencia con Las Servidoras’, donde una joven cuenta su experiencia de abuso psicológico y emocional por parte de las monjas Las Servidoras, al discernir su vocación religiosa. La Servidoras del Señor, que es la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado, usa los mismos métodos que usa la rama masculina, que es en resumen, el uso del ‘miedo’ en las almas que buscan encontrar la voluntad de Dios para sus vidas. El propósito de usar y abusar del MIEDO en el Instituto es aumentar el número de miembros, lo que ayuda a que su causa crezca. Al Instituto apenas le importa el bienestar o la vocación real de aquellas almas que se acercan a ellos para pedirles ayuda con preguntas o asesoramiento, solo quieren una persona más. Consecuencias del abuso: muchas almas entraron en una vida a la que no están llamadas estar.