Categoría: Reflexión

  • Las autoridades de la Iglesia se desentienden y no responden: ¿Qué hacer entonces?

    Las autoridades de la Iglesia se desentienden y no responden: ¿Qué hacer entonces?

    Noticias de abusos en la Iglesia nunca faltan, y menos en estos últimos tiempos.

    Los casos del obispo Zanchetta y del reciente Padre Rupnik son un actual e innegable ejemplo.

    Evidentemente, la Iglesia ha tomado una política de callar y encubrir casos que, a todas luces, es la peor. ¿Acaso disminuirán el escándalo por esconderlo? Sabemos que es todo lo contrario: el escándalo aumenta cuando se ocultan y encubren los casos.

    Y la máxima autoridad en la Iglesia lo sigue haciendo: Ya lo hizo con Zanchetta; ahora lo hace con Rupnik.

    Hoy queremos dar a conocer a nuestros lectores esta lamentable política que se viene aplicando, y que no es en absoluto distinta a la utilizada con el fundador del Verbo Encarnado, el Padre Carlos Miguel Buela.

    Contacta una de las víctimas del jesuita Ivan Rupnik con el portal italiano Left para contar que ella y otras tres monjas de la congregación del sacerdote artista escribieron sendas cartas al Papa, cartas que nunca recibieron respuesta.

    El Papa Francisco recibió cuatro cartas de otras tantas ex monjas de la comunidad del comisariado. “Una era mía”, dice la víctima que se ha puesto en contacto con Left, y que ofrece un extracto de la misiva: “En los últimos años las pocas vocaciones de la Comunidad de Loyola han venido sobre todo de Brasil y África. Son niñas frágiles por cultura y por historias personales muy complejas y dolorosas, que pueden quedar atrapadas más fácilmente en relaciones de dependencia y sumisión absoluta, según una forma malsana (tanto desde el punto de vista religioso como antropológico) de concebir el valor y la práctica del voto de obediencia y del propio carisma comunitario, entendido como «disponibilidad a los Pastores”.

    Cada vez es más evidente que “la adicción y el maltrato psicológico son muy difíciles de probar y que por ello se configuran como una forma de maltrato aún más grave”, prosigue la exmonja. Un dolor silencioso, que hace a la víctima aún más frágil y expuesta porque no es creída, no reconocida; o porque se considera responsable de su condición.

    El Papa Francisco nunca contestó a esta o a las otras tres cartas. Además, denuncia la fuente, “llevamos meses esperando el resultado de la investigación de Libanori, el jesuita encargado sobre el proceso a Rupnik, sobre la Comunidad de Loyola”.

    Un silencio inexplicable. «Hoy la Comunidad Loyola prácticamente ya no existe, pero sabemos que la fundadora, Ivanka Hosta, y sus seguidoras se han mudado a Braga en Portugal”, aclara la víctima anónima citada por Left. “Aquí, a pesar de la investigación y todas las prohibiciones que siguieron, hubo un intento de que una niña brasileña tomara los votos perpetuos. Su hermana está desesperada porque se dio cuenta de que todo es una estafa y está muy preocupada porque le impiden contactarla. Aquí también está toda la dinámica de una secta: ha habido un alejamiento de la familia que no es del todo voluntario, hay un impedimento para cualquier contacto con el mundo exterior, hay una situación de fragilidad interior, y hay dudas que han llevado a esta chica a un paso de rendirse. Dudas que desaparecen con mucha culpa por haber vacilado, frente a algunas de las figuras de autoridad, figuras claves de la Comunidad Loyola”.

    Al igual que estas monjitas, nosotros también seguimos esperando la justicia del Vaticano con el Padre Buela y un saneamiento de su “fundación”. Mientras tanto… ¿qué hacer?

    Por supuesto, no sólo esperar, sino, sobre todo, continuar.

    Continuar con las denuncias, seguir con la política acertada de dar a conocer la inmoralidad de los inmorales y procurar la correspondiente justicia; denunciar en los tribunales civiles, no dejar de escuchar y defender a las víctimas, en simples palabras: seguir haciendo lo que venimos haciendo en este blog.

  • Elementos “no negociables” negociados en el 2020

    Elementos “no negociables” negociados en el 2020

    El Instituto del Verbo Encarnado tiene una magnífica presentación propagandística en la web, una fuerte presencia y posicionamiento que, no lo podemos negar, es casi perfecta.

    Así es: no llega a ser perfecta, porque si no le faltara algo, sería “acabada”, es decir, perfecta. Pero no. Lo que le falta es una palabrita muy difícil, que molesta a muchos y que, en algunos casos, brilla por su ausencia. Estamos hablando de la coherencia.

    Volviendo a la casi perfecta imagen del IVE en Internet: nos encontramos que, en su página principal https://ive.org/ aparecen los Elementos «no negociables», con su muy moderna presentación de galería ilustrada, inteligentemente elegida, con sus fotos de seminaristas y curas sonrientes donde dice “espíritu de alegría”, y así en cada “elemento”. La primera sección nos explica qué son estos “no negociables”, y cuando uno hace clic, se abre la pestaña https://ive.org/no-negociable/ que los explica en general.

    Muy bien: hasta ahí les introducimos al tema de hoy. Podrán ustedes mismos dirigirse a la propagandística del IVE y leer lo que referimos aquí. Sin embargo, lo que no van a encontrar, por cierto, es la coherencia, esencial elemento verdaderamente “no negociable” al cual el instituto de marras parece ya haber renunciado hace bastante, y en la reflexión de hoy, al menos desde el 2020, año inolvidable de la pandemia, en el que negoció su primer “no negociable”

    “El primero de ellos –dice la página oficial del IVE– es “la marcada devoción eucarística”. La Eucaristía, en la cual Cristo está realmente presente y sacramentalmente presente, debe ser siempre el centro de nuestra vida espiritual y apostólica. Cada uno debe ser adorador de Cristo en la Eucaristía y promotor de la adoración eucarística y de la Santa Misa. Nuestro obrar, de hecho, debe dirigirse a atraer las almas a Él.”

    Lamentamos tener que desilusionar a muchos con esta observación de hoy. En verdad no lamentamos tener que decir la verdad; lo que nos causa es una verdadera pena por lo que sucedió, y que probablemente muchos devotos de la Eucaristía y del IVE aún no se han percatado.

    ¿Qué sucedió en ese año de la pandemia?

    Bueno: justamente, con lo que ocurrió, (que hablamos de hechos, no teorías ni mucho menos), nos terminamos de dar cuenta que existen elementos negociables en el IVE cuando las papas queman, y que, por lo tanto, la incoherencia y la hipocresía no pueden más que manifestarse.

    Dos hechos: el seminario diocesano de San Rafael (el otro seminario que no pertenece al IVE) fue literal y fatalmente CERRADO por no ceder a una fuerte presión de dar la comunión en la mano obligatoriamente. Ellos, los diocesanos, prefirieron no negociar con Roma ni con nadie su sincero y ferviente amor a la Eucaristía, que les impedía obedecer una orden que iba directamente en contra de un principio innegociable de ellos.

    Nunca anduvieron escribiendo sobre este tema, ni hicieron toda una propaganda de sus convicciones y firmes principios; nunca subieron a la web ninguna heroica declaración de su adhesión total y absoluta a un “elemento no negociable”. Simplemente, lo hicieron: no negociaron. No pactaron. No renunciaron a su humilde y a la vez fuerte convicción. Dijeron que a eso no, y el precio fue el cierre inmediato de su floreciente y fructífero seminario.

    Segundo hecho, lamentable: el otro seminario, el del IVE, que se gloriaba y se gloría de sus elementos no negociables, para no ser cerrado, obedeció las órdenes del obispo, y sin dudarlo mucho, comenzó a distribuir la comunión en la mano a todos. Para el caso, esa devoción y tradición de recibir la Eucaristía en la boca, no fue algo totalmente “innegociable”. Al contrario: se “discernió”, y se vio oportuno, digámoslo crudamente, renunciar a “la marcada devoción eucarística”, primer elemento de incoherencia del IVE.

    ¿Hay más incoherencias?

    Creemos que sí. Por testimonios numerosos venimos a conocer que el espíritu de alegría que debe reinar en nosotros” no suele reinar en las misiones, donde los pingos se ven en la cancha.

    “Las obras de misericordia, sobre todo con discapacitados”, otro de los “no negociables”, a veces parece ser un poco selectivo, porque se practica la caridad con los discapacitados, pero no con los inmediatamente prójimos, como los miembros de una misma comunidad religiosa en tierra de misión, o con cualquier ex miembro que por alguna razón decide abandonar la institución.

    “La elección de los puestos de avanzada en la misión”, que, “la imitación del Verbo Encarnado nos urge a trabajar en los lugares más difíciles (aquellos donde nadie quiere ir)”, a veces nos resulta también un poco selectiva y escasa por no decir una pantalla propagandística de imagen. Si urge trabajar en los lugares más difíciles y pobres, ¿por qué no mandan más misioneros a África y Oceanía? Sabemos que son pocos los misioneros que, a veces, de manera ininterrumpida, por muchos años consecutivos, continúan en los mismos puestos de misión pobres y alejados. Es laudable lo que hacen esos pocos, pero el Instituto, que tanto las promociona, ¿por qué no hace un acto de honestidad y mayor coherencia mandando más sacerdotes a esas misiones “a donde nadie quiere ir”? A veces parece que los que no quieren ir a esas misiones son ellos mismos, es decir, los inmortales e intocables de siempre: los ex superiores mayores. (Hablemos con propiedad; ya no son más superiores legítimos desde que asumió el Cardenal Santos Abril como nuevo Superior)

    A veces parecería que aquello de “morder la realidad”, otro de los “no negociables”, carece de dentadura real, ya que se obstinan en negar la realidad de la condena eclesiástica a su propio fundador, el Padre Carlos Miguel Buela.

    “La docilidad al Magisterio vivo de la Iglesia de todos los tiemposnos parece también selectiva, de a momentos. Se parece más a un “nos vamos adaptando según conveniencia”, ya sea por el ejemplo de la comunión en la mano que explicamos más arriba, como por cualquier otra nueva “docilidad” a las enseñanzas ambiguas de Francisco, sin animarse jamás a predicar en público contra dichas desviaciones pontificias, como cuando a un sacerdote ex IVE muy conocido y muy odiado por ellos, se lo amonestó por predicar a los fieles la verdadera enseñanza de la Iglesia en al Parroquia San Maximiliano Kolbe, en San Rafael Mendoza. Repetimos: el IVE guarda muy bien, casi perfectamente las formas y apariencias.

    Entonces nos preguntamos: ¿Dónde quedó la coherencia, el abnegado compromiso, el hermoso testimonio callado pero elocuente, la parresia de los santos, y todo lo que a uno le atrae de los héroes de verdad? … No está: no existe más que en las letras. Pero en la realidad, (espero que lean este artículo y la muerdan), no.

    Ahora el seminario del IVE sigue adelante, con menos vocaciones que en otras épocas y menos ordenaciones aún, pero sigue en pie, alineado con las normas y modas del momento.

    ¿Qué hubiese pasado en aquel histórico 2020, si en vez de negociar su marcada devoción eucarística, hubiesen permanecido firmes en sus prácticas y convicciones, como hicieron sus colegas diocesanos? La respuesta es obvia.

    Cada quien sabrá entender el ejemplo que hoy sacamos a la luz, y cada quién podrá juzgar por sí mismo si hay o no coherencia en el Verbo Encarnado. Lo que hemos notado, sin embargo, es una simple confrontación de hechos. Y los hechos son testarudos.

  • El pecado contra el Espíritu Santo

    El pecado contra el Espíritu Santo

    ¿Tan así es esto?… ¿Puede ser tanto?… ¿No se nos estará yendo la mano?

    Queridos lectores: me parece que no. Es más… no encontramos otra expresión más justa y exacta.

    Antes que nada, aclaremos a qué realidad nos estamos refiriendo. Porque “pecados contra el Espíritu Santo” puede haber muchos, y los hay. Nosotros en este blog nos referimos a uno muy evidente, que seguro ya se imaginarán: la ceguera voluntaria.

    Nos referimos a una voluntad de no querer ver. Nos referimos a un pre-juicio. Nos referimos a un formateo de cerebro, diseñado y preparado con mucho esmero y anticipación. Hablamos aquí de la incapacidad para recibir cualquier información distinta a la oficial.

    ¿Cuál es el problema, entonces? El problema, estimados lectores, es que, con una actitud así, no se puede avanzar, y con razón dijo Jesús que los tales así, “no tienen perdón”, porque no quieren ver.

    Como en todo pecado, para que exista, es necesario quererlo.

    Hoy, justamente, nos referimos a no querer ver la verdad, y estar predispuesto de antemano a no escuchar nada que me contradiga “mi verdad”, o “la verdad de mis superiores”, que es lo mismo para el caso.

    Porque no es que ahora nosotros lo digamos sin fundamento, por defender “nuestra postura”, o para “no perder”. No es una discusión adolescente de egos. Todo lo contrario: nos fundamentamos en hechos. Y en otros hechos que nos constatan esta ceguera de la que hablamos: personas que se niegan sistemáticamente a “enterarse”. Prefieren la comodidad de la ignorancia al compromiso de conocer la verdad oculta. Los superiores les mantienen en este estado, y les enseñan que es lo correcto.

    Nosotros, por el contrario, entendemos que no es lo correcto. No es correcto mirar a otro lado cuando suceden cosas que te incumben. No es correcto mirar al costado cuando un amigo, amiga, compañero de años, cae, sale o te cuenta algo incómodo. No es correcto apelar a “la santidad” cuando dejas de hacer lo esencial de la santidad: la caridad.

    ¿Fanatismo? Puede ser.

    ¿Lavado de cerebro? Segurísimo.

    ¿Ignorancia invencible? Mmm… Lo dudo.

    Vamos a ser más claros: sale una noticia en algún medio de comunicación. Pero dicha noticia contradice mi versión de las cosas, señala a mi Instituto, muestra ante el público comportamientos indecentes de mi Fundador. Entonces, inmediatamente, mi “chip” me indica que es una “fake news”, una mentira. Básicamente, todo lo que digan los medios de comunicación es mentira. Así salvo el particular.

    Pero si fuesen esos mismos medios que hablasen bien de mi fundador, pues en ese caso, sería una “buena noticia”, de esas que deberían publicarse más, ya que hoy en día “sólo se destacan las malas”. Entonces: ¿en qué quedamos? ¿Los medios mienten siempre, o a veces?

    Más claros aun: Sale una noticia de un escándalo en la iglesia, incluso de otra Orden distinta a la mía (entiéndase IVE). Yo, “para no hacerme daño”, ni siquiera la leo, ni escucho nada al respecto: es todo mentira, exageración, denigración de la Iglesia, en este mundo impío que nos toca vivir. Y si es de la misma Iglesia: “persecución” a los buenos, ‘que somos pocos, cada vez menos”, o una más reciente:

    “El Papa es liberal, progresista, está suprimiendo todas las Órdenes tradicionales…”

    ¡Increíble; de locos! Pero cierto. Lo sabemos por testimonio y experiencia propia. Hay una ceguera voluntaria, que, a mi entender, puede ser tan grave como el “pecado contra el Espíritu Santo” del que Jesús nos advirtió. Ahora entendemos: dicho pecado no es que Dios no lo quiera perdonar… Es que la persona no quiere ni siquiera escuchar.

    ¿Es que el Padre Buela es infalible, impecable, o algo así, como para que recaiga sobre su persona una “imposibilidad” de culpabilidad? ¿Habrá sido concebido sin pecado original y la Iglesia aún no se enteró?

    ¿Es que existen personas tan estúpidas como para defender a toda costa (entiéndase: a costa de la mínima vergüenza y decencia humana, mínimo sentido de justicia y moral, básico pudor espiritual y físico) a un fundador por el solo hecho de ser mi fundador? Lamentablemente sí: existen personas que defienden lo indefendible. No les importa ser como él. Se siguen creyendo que “siendo como él” “se santifican”. Una locura absoluta.

    Tampoco les importa la sentencia de Nuestro Señor: “Ay de aquél que escandalice a uno de estos mis pequeños” … ¿Escandalizar? —se justifican. No; jamás. El escándalo lo producen ellos, los enemigos, que publican en los medios para destruir la obra”. Sin embargo, la gran pregunta a la cual evaden sistemáticamente, sigue en pie: ¿Es verdad o no, que sucedieron estas cosas que denunciamos? Y si es cierto: ¿quién hace realmente “escándalo”, los que denunciamos o el que realizó el escándalo? Y si me dicen que no hay que hablar de ello “para no escandalizar”, les decimos desde ya que, mayor escándalo hay en hacer y tapar estas cosas, que simplemente contarlas, para que no vuelvan a suceder. De hecho, no estaríamos publicando nada, si nada hubiese sucedido.

    Tan básico es el razonamiento, que nos impresiona sólo el pensarlo. No es creíble; no es posible que exista gente así. Sin embargo, existen. Son todos aquellos que defienden y saltan como perros rabiosos, antes de detenerse a considerar la acusación. Son todos aquellos que primero argumentan en defensa, antes de escuchar el cargo. Suelen ser los que no conocen, y hablan sin conocer. Hay muchos de éstos: incluso entre los laicos.

    Pero no nos asustemos: siempre han existido, y no debería ser una maravilla encontrarnos con algunos especímenes así. Ya sabíamos que la estupidez humana no tiene límites.

    ¿Van a seguir defendiendo al Padre Buela, su inocencia y santidad, aun después de la sentencia pública y definitiva?

    No lo duden; no hace falta ser Palavicini ni Nostradamus para predecirlo: absolutamente sí. Será la “Gran Persecución” que San Juan Apokaleta se olvidó de narrar.

    Y nosotros, del otro lado, del lado del sentido común, ¿qué diremos?, ¿cómo reaccionaremos? … Pues, con una descontracturante carcajada y una buena copa de vino, celebrando que todavía quedan personas que encuentran al pasto verde, y a las vacas que lo pastan un excelente alimento.

    Por ello brindamos: por un óptimo año nuevo, libre de fanatismos, lavados de cerebro, prejuicios absurdos y causas superfluas. Si hemos de luchar por algo, que sea por la verdad.

    ¡Salud! Y si todavía no te convencí de la salud, pues, “andá pallá bobo”.

    Luis de la Calle