Etiqueta: Abuso sexual

  • ¿En qué se parecen la manipulación de las sectas y la violencia contra la mujer?

    ¿En qué se parecen la manipulación de las sectas y la violencia contra la mujer?

    De la realidad del abuso psicológico a la necesidad urgente de hacer algo

    Aunque la violencia es una constante en el comportamiento humano, y es objeto de estudio constante de la psicología social y de las ciencias del comportamiento, quizá podamos afirmar que se ha puesto de moda hablar de ella. Y hablar de ella, tener conciencia de que existe y de su maldad, es el primer paso para poder actuar sobre ella, erradicarla y –lo más importante– prevenirla.

    Y preocupa un tipo muy concreto: la violencia psicológica, ésa que no deja señales a primera vista, pero que puede ser –y de hecho lo es– tan profunda y dañina. Hay expertos que afirman que la violencia psicológica tiene un impacto en la víctima igual o mayor al que pueda tener una agresión física.

    Hoy se habla mucho de la violencia en el ámbito familiar, del mobbing o violencia en el ámbito laboral, y del bullying o violencia en el ámbito escolar. Pero hay un cuarto tipo de violencia psicológica importante: la manipulación que ejercen algunos grupos sobre las personas, y no a través de la violencia física, sino precisamente con estrategias de abuso psicológico. Me refiero a lo que conocemos de forma habitual como “sectas”.

    ¿Cómo manipula una secta?

    Desde los estudios clásicos de la psicología social sabemos que la influencia de unas personas sobre otras puede alcanzar límites insospechados, sin necesidad de que haya violencia física o amenazas.

    En los últimos años, un grupo de profesores e investigadores de las universidades de Barcelona y Autónoma de Madrid, principalmente, agrupados en el llamado Grupo Invictus Investigación, ha estado haciendo un estudio exhaustivo que explica cómo en ciertos grupos de interacción intensa y continuada puede darse una conducta de abuso psicológico para la captación y retención de sus miembros. Quedémonos con el término: “abuso psicológico”.

    Podemos pensar enseguida: es algo que podríamos encontrar en otros contextos humanos. Por eso hablan de “abuso psicológico grupal” (APG). Y lo definen así: “un proceso de aplicación sistemática y continuada de estrategias de presión, control, manipulación y coacción con objeto de dominar a otra/s persona/s para someterla/s al grupo”. Aclaran que la definición “se centra en la propia acción abusiva, sin aludir a sus posibles consecuencias sobre las personas”.

    Estos psicólogos han elaborado una lista muy interesante de estrategias de APG, con 6 categorías y 26 subcategorías, divididas en cuatro ejes de la persona en los que puede incidirse: emocional, cognitivo, conductual y del entorno. Esas estrategias son: aislamiento, control y manipulación de la información, control de la vida personal, abuso emocional, adoctrinamiento en un sistema de creencias absoluto y maniqueo, e imposición de una autoridad única y extraordinaria.

    Según explican, para que podamos hablar de APG de un grupo que emplee estas técnicas, deben darse tres condiciones: la continuidad en el tiempo (es decir, que no sean momentos puntuales), la naturaleza abusiva de las estrategias y el sometimiento del individuo como objetivo.

    ¿Qué tiene esto en común con la violencia de pareja?

    Varios de los investigadores que están trabajando en esas estrategias de APG publicaron en el año 2005 un interesante estudio sobre el “abuso psicológico” de forma comparada, pensando en tres tipos de aplicación: pareja, trabajo y grupos manipulativos (sectas), para analizarlos y proponer nuevas clasificaciones, una para cada tipo de conducta abusiva. Según los autores, “la comparación entre ellas muestra un importante paralelismo, especialmente entre las utilizadas para el sometimiento de un adepto al grupo y las utilizadas para el sometimiento del cónyuge o pareja”.

    Haciendo una revisión de los estudios publicados hasta el momento, los autores constatan cómo “la mayoría de víctimas estudiadas juzgaron la humillación, la ridiculización y los ataques verbales como más desagradables que la violencia física experimentada”, y así, tal como ha constatado la Organización Mundial de la Salud, “el peor aspecto de los malos tratos no es la violencia misma, sino la ‘tortura mental’ y el ‘vivir con miedo y aterrorizados’”.

    Según estos investigadores, “la utilización de las estrategias de abuso psicológico es susceptible de producirse, en alguna medida, en cualquier relación de interacción continuada entre dos o más personas. Una variable que facilita el abuso y está a menudo presente, proviene del hecho de que la parte abusadora tenga a priori alguna capacidad de poder y control sobre la otra parte”. Y aquí están dos palabras clave para entender el fenómeno que estamos viendo: poder y control. Que son, en el fondo, los fines de esa conducta.

    Llega el momento de comparar lo que sucede en los diversos tipos de violencia psicológica. Y hay tres cosas que coinciden totalmente: las estrategias de aislamiento de la persona, las de control y manipulación de la información, y las de abuso emocional. Después, coincide también la cuestión del control de la vida personal de la víctima, que se da tanto por parte del líder sectario o de la propia secta en su dinámica de funcionamiento, como por parte del que ejerce el papel de maltratador en la relación de pareja.

    ¿Qué es lo que cambia? Una cosa fundamental: en las sectas se impone un sistema de creencias –que es lo que legitima y refuerza ese comportamiento violento–, mientras que en la relación de pareja el maltratador lo que impone es su propio pensamiento, su forma de ver la vida, su valoración de la víctima, etc. Lo mismo sucede con la autoridad ejercida, que está revestida de cosas místicas, espirituales o desconocidas en el caso del líder sectario, mientras que el maltratador lo que hace es, simple y llanamente, reducir a la servidumbre a la víctima sin más complicación teórica y sin necesidad de endiosarse o justificar que es alguien extraordinario y superior.

    En el fondo, ¿qué es lo que se persigue en ambos casos? El sometimiento de la víctima. Con respecto al mobbing o acoso laboral, hay una diferencia importante, porque en los casos de las sectas y de la violencia de pareja, se hace en el ámbito de lo más íntimo de la persona: el núcleo doméstico, tanto de forma real –si hablamos de la familia– como de forma figurada –si hablamos de la secta, que pretende ser la nueva familia del adepto–.

    El papel de las autoridades públicas

    Hasta hace poco era casi imposible convencer a una autoridad, ya fuera administrativa o judicial, de que una persona pudiera ser víctima de un proceso de persuasión coercitiva que cambiara totalmente su voluntad, violentando su libertad. El gran drama de las familias afectadas por el fenómeno de las sectas es que a nivel institucional nadie entiende ni atiende de forma oportuna sus necesidades y reclamaciones.

    “Si su hijo, su cónyuge… es mayor de edad, estará ahí porque quiere, nadie le ha obligado”, se dice. De hecho, si se le pregunta, lo confirmará. Está allí porque quiere. Allá él con lo que hace con su vida privada y con lo que se deja hacer. Y el propio grupo se encargará de “demostrar”, mediante abogados, psicólogos y quien haga falta, que es una asociación buena y positiva.

    Esto es como si decimos –hasta hace relativamente poco se decía en algunos ámbitos– que una mujer maltratada por su marido o compañero de vida es alguien a quien hay que dejar tranquila, porque es mayor de edad, está ahí porque quiere, nadie la ha obligado, puede irse cuando le parezca, y allá ella con su vida privada y con lo que se deja hacer. ¿Quiénes somos nosotros para decir nada? ¿Y cómo van las administraciones públicas a intervenir en algo que corresponde al fuero interno de la persona.

    A estas alturas, la concienciación sobre este drama, que deja un rastro de víctimas mortales y muchos más efectos terribles en personas y familias, es algo claro. Por eso, es necesaria una concienciación social en torno al problema que supone la manipulación ejercida por las sectas y la necesidad de ayuda específica que tienen sus víctimas.

    Sólo desde una concienciación social podremos exigir, como se ha hecho en el ámbito de la violencia de pareja, acciones concretas a las administraciones. Que deberían empezar por la prevención (talleres para adolescentes y formación para la población en general) y por la ayuda a las víctimas (un asunto urgente).

     

    Fuente: https://es.aleteia.org/2019/11/25/en-que-se-parecen-la-manipulacion-de-las-sectas-y-la-violencia-contra-la-mujer/

    (más…)

  • Justicia restaurativa, una propuesta genial

    Justicia restaurativa, una propuesta genial

    Queridos lectores de buena voluntad, como solemos llamar a los que leen nuestros artículos con verdadera búsqueda de la verdad, sin prejuicios.

    Hoy nos ha parecido muy oportuno compartirles una nota genial, que trata un concepto innovador de la justicia que se debe a las víctimas de abuso sexual en el ámbito de la Iglesia.

    Como no tiene desperdicio alguno, los dejamos con la entrevista al sacerdote Daniel Griffith:

    En busca de la justicia restaurativa en medio de la crisis de abuso sexual de la Iglesia

    ¿Qué es la justicia restaurativa? ¿Puede curar las heridas de la crisis de abuso sexual de la Iglesia?

     

    Más de 20 años
    después de que el equipo Spotlight del Boston Globe descubriera una crisis de
    abuso sexual en la Iglesia católica, aún quedan heridas graves.

    Muchas
    víctimas-sobrevivientes dicen que todavía están tratando de sanar. Algunos
    católicos en las bancas dicen que todavía tienen dificultades para confiar en
    los líderes de la Iglesia. Y los defensores de la reforma dicen que todavía
    debe haber más responsabilidad y transparencia en la Iglesia.

    El padre Daniel
    Griffith cree que la justicia restaurativa podría ser una forma de buscar la
    sanación y la reconciliación.

    Griffith, sacerdote
    de la Arquidiócesis de St. Paul y Minneapolis, es el director fundador de la
    Iniciativa sobre Justicia Restaurativa y Sanación (IRJH) en la Universidad de
    St. Thomas.

    La iniciativa, que
    se lanzó el año pasado, dice que “busca responder al daño que se produce por
    las fallas institucionales y de liderazgo, la injusticia racial y la
    polarización de una manera que promueva la rendición de cuentas y la curación”.

    Charles Camosy
    habló con Griffith sobre los fundamentos de la justicia restaurativa y cómo
    podría ser una herramienta importante para sanar a las víctimas-sobrevivientes
    de abuso sexual dentro de la Iglesia Católica.

     

    Entonces,
    comencemos con lo básico y los fundamentos. Ha trabajado mucho en justicia
    restaurativa. ¿Qué es la justicia restaurativa?

    La justicia
    restaurativa es un enfoque filosófico y práctico del daño. Uno de los pioneros
    de la justicia restaurativa, Howard Zehr, dice que la justicia restaurativa se
    trata fundamentalmente de necesidades y obligaciones. Cuando una persona o una
    comunidad han sido dañadas, la justicia restaurativa pregunta: ¿qué necesitan
    para ayudar a sanar el daño que han experimentado? En consecuencia, ¿qué puede
    hacer el perpetrador del daño o la comunidad para ayudar a reparar el daño y
    restablecer la justicia?

    Históricamente, la
    justicia restaurativa tiene sus raíces en las prácticas indígenas de los
    pueblos de las Primeras Naciones de América del Norte y Nueva Zelanda. Cuando
    había daño en sus comunidades, los líderes se reunían en un círculo de sanación
    y pasaban un tema de conversación en un intento de reparar el daño.

    Uno de los nombres
    inapropiados de la justicia restaurativa es que se centra en el perpetrador. En
    realidad, la justicia restaurativa se centra en la víctima-sobreviviente y, si
    bien puede usarse en algunas circunstancias para ayudar a restaurar y
    rehabilitar al perpetrador, su orientación fundamental es hacia el que sufrió
    el daño.

    Uno de los desafíos
    importantes con la justicia restaurativa es superar la brecha de conocimiento:
    muchas personas no saben qué es o lo prejuzgan. Estuve en este campamento.
    Cuando escuché el término por primera vez, pensé rápidamente: ‘Esto suena a
    nueva era, borroso y etéreo’. La realidad es lo contrario. La justicia
    restaurativa es muy eficaz en la reparación de daños y muy adaptable a
    diferentes circunstancias. A partir de la década de 1970 y ahora, la justicia
    restaurativa se ha convertido en un movimiento mundial empleado de manera
    efectiva en múltiples disciplinas y profesiones.

    Mi viaje hacia la
    justicia restaurativa fue orgánico. En 2015, la Oficina del Fiscal del Condado
    de Ramsey (RCAO) acusó a la Arquidiócesis de St. Paul y Minneapolis de
    múltiples delitos por no proteger a los niños. La RCAO también presentó una
    petición civil que se centró en cambiar la cultura de la Arquidiócesis, en
    consonancia con la seguridad pública. John Choi, fiscal del condado de Ramsey,
    incluyó dos disposiciones de justicia restaurativa en el acuerdo de
    conciliación. Tenía la intención de que el uso de la justicia restaurativa por
    parte de la arquidiócesis pudiera ayudar a traer una mayor curación a las
    víctimas-sobrevivientes y a la comunidad católica de las Ciudades Gemelas, que
    habían sufrido daños periféricos por la crisis.

    Esto condujo a un
    programa parroquial piloto de justicia restaurativa lanzado en la arquidiócesis,
    que incluía la parroquia que yo pastoreaba en Minneapolis. La arquidiócesis
    también creó dos nuevos puestos de justicia restaurativa, incluido un enlace
    para la justicia restaurativa y la sanación, una tarea que ocupé de 2019 a
    2022.

    Se debe mucho crédito
    al arzobispo [Bernard] Hebda, quien fue mucho más allá de lo que exigía el
    acuerdo con el condado de Ramsey. La aceptación de la justicia restaurativa por
    parte del arzobispo Hebda y su propio acercamiento humilde y efectivo a las
    víctimas-sobrevivientes ha sido extraordinario. Personalmente, mi trabajo en
    justicia restaurativa y mi trabajo con y junto a víctimas-sobrevivientes ha
    sido un gran regalo en mi ministerio sacerdotal.

     

    Usted ha sido
    parte de consultas en curso en Notre Dame y St. Thomas sobre justicia
    restaurativa en el contexto de la crisis de abuso sexual. ¿Puede decir algo
    sobre la justicia restaurativa en este contexto?

    En el otoño de 2021
    en Notre Dame y nuevamente este otoño en St. Thomas en St. Paul, Minnesota, se
    llevaron a cabo dos consultas nacionales que reunieron a aproximadamente 25
    sobrevivientes de víctimas, defensores de víctimas, académicos, clérigos y
    psicólogos. La intención de ambas reuniones fue explorar la posibilidad de usar
    procesos de verdad y reconciliación para ayudar a identificar y sanar el daño
    del abuso del clero y las fallas de liderazgo en la Iglesia Católica, con un
    enfoque particular en los Estados Unidos. Se debe dar mucho crédito al Dr.
    Daniel Philpott y la Dra. Katharina Westerhorstmann por convocar esta consulta
    inicial.

    Hubo un fuerte
    consenso en la reunión de Notre Dame de que las heridas profundas permanecen
    entre las víctimas-sobrevivientes y en general entre los católicos y que las
    prácticas restaurativas podrían usarse de manera efectiva para ayudar a sanar
    este daño.

    Varios de los
    asistentes dijeron claramente que la justicia restaurativa es mucho menos
    efectiva si no hay una mayor rendición de cuentas de los líderes de la Iglesia
    que han permitido o perpetuado el daño.

    Varios asistentes
    también notaron múltiples realidades eclesiales subyacentes que han contribuido
    a la falta de responsabilidad de los líderes de la Iglesia y la falta de
    atención compasiva para las víctimas-sobrevivientes, incluido el clericalismo,
    estructuras clericales cerradas y, en algunos casos, formación de seminario que
    no enfatiza suficiente, un modelo de sacerdocio de liderazgo de servicio.

    Muchos estuvieron
    de acuerdo en que hay más trabajo por hacer en todas estas áreas.

    Me impresionó el
    discurso de apertura de Helen Alvare, quien dijo que nuestra respuesta como
    Iglesia al daño que han experimentado las víctimas-sobrevivientes debe basarse
    en el Evangelio y las enseñanzas de Jesús y debe ser proporcional al daño agudo experimentado.

    Hubo más acuerdo
    entre muchos de nosotros reunidos en que nuestra respuesta como Iglesia no ha
    sido proporcional al daño experimentado por las víctimas-sobrevivientes. En
    lugar de “seguir adelante”, como han sugerido algunos líderes de la Iglesia,
    nuestra obligación en justicia es acompañar a nuestros hermanos y hermanas que
    han sido dañados por la Iglesia.

    Como hubo consenso
    en que se necesitaba más trabajo para desarrollar una hoja de ruta más clara
    para responder a las heridas que quedan, cuatro de nosotros nos reunimos en los
    últimos meses para planificar y organizar una segunda consulta en St. Thomas.
    Mis co-colaboradores fueron Dan Philpott, Emily Ransom y el Padre. Tomás Berg.
    Esta consolación tuvo lugar en septiembre y esta vez contó con cuatro obispos.

    Nuevamente, hubo un
    fuerte consenso de que aún quedan heridas profundas entre las
    víctimas-sobrevivientes y en la Iglesia. Surgieron varias ideas, que incluían
    el uso más amplio de prácticas restaurativas, para ayudar a sanar las heridas
    que quedan. Ahora estamos en el proceso de desarrollar propuestas específicas
    que serán discutidas y discernidas por un grupo de trabajo más pequeño y luego
    comunicadas de alguna manera a la Conferencia de Obispos Católicos de los
    Estados Unidos. Oro para que nuestros esfuerzos conduzcan a pasos
    significativos hacia una mayor responsabilidad y sanación en la Iglesia.

     

    ¿Hacia dónde
    crees que se dirige esto en última instancia? ¿Cree que se avecina algo así
    como una comisión de la verdad y la reconciliación? ¿No es eso lo que se les
    debe a las víctimas?

    No sé hacia dónde
    se dirige todo esto en última instancia; creo que es imperativo seguir al
    Espíritu Santo y escuchar las voces de las víctimas-sobrevivientes. También
    creo que es posible algún proceso que incluya la verdad y la sanación, pero
    esto requerirá coraje, visión, recursos e intencionalidad. También requerirá
    consultas significativas y continuas con las víctimas-sobrevivientes.

    Los procesos de
    verdad y reconciliación se han utilizado con eficacia en otros lugares, incluso
    en Canadá, tras el desastre de los internados en la India. Una de las
    recomendaciones que surgieron de ese proceso fue que el Papa viniera a Canadá
    para disculparse por el grave daño que ocurrió, daño en el que la Iglesia
    Católica fue cómplice.

    Es de destacar que
    este viaje penitencial del Papa Francisco sucedió después de que él escuchó a
    las víctimas-sobrevivientes y estuvo abierto a sus necesidades. Quienes
    trabajan de cerca con las víctimas-sobrevivientes saben que es necesario que
    ocurra una mayor sanación. En este trabajo, me ha alentado que la justicia
    restaurativa se combine dinámica y efectivamente con los principios de la
    doctrina social católica, ya que ambos son proféticos al nombrar y confrontar
    el daño, están orientados al florecimiento personal y colectivo y buscan
    acompañar a aquellos que han sido dañados hacia la justicia. y curación.

    Confío en que
    nuestro grupo podrá ofrecer propuestas concretas y eficaces para una mayor
    justicia y sanación de las víctimas-sobrevivientes y de la Iglesia. Queda por
    ver si nuestras propuestas se implementarán efectivamente.

     

    Sospecho que lo
    que reveló el informe reciente de CUA sobre la moral de los sacerdotes y la
    (des) confianza asociada con su relación con (algunos) obispos cobra mucha
    importancia aquí. ¿Puedes decir algo sobre esto?

    Sí, me impresionó
    bastante en un sentido el informe de CUA, pero tampoco me sorprendió en otro
    sentido. La diferencia de percepción entre sacerdotes y obispos fue
    particularmente llamativa en lo que respecta a si un obispo brindaría ayuda
    efectiva a un sacerdote que necesita atención. Los sacerdotes siguen ocupando
    un lugar destacado en la escala de la felicidad y el florecimiento y encuentran
    que nuestro trabajo es significativo y dador de vida. Esta es mi experiencia
    también. Lo que esto me dice es que la base de la preocupación entre algunos
    sacerdotes de que serán tratados injustamente en ciertas circunstancias no es
    intrínseca a la naturaleza del sacerdocio, sino que tiene su origen en la
    cultura actual de la Iglesia.

    La desconfianza
    significativa de los obispos entre los sacerdotes que fueron encuestados, y la
    evaluación general de los obispos en los Estados Unidos por parte de los
    sacerdotes, apunta a una herida profunda y una brecha que debe abordarse por el
    bien de la Iglesia en los Estados Unidos. Tengo la esperanza de que las
    prácticas restaurativas puedan usarse de manera efectiva para ayudar a
    comprender la realidad que enfrentan actualmente los sacerdotes y los obispos,
    en relación entre sí, y ayudar a sanar y restaurar estas importantes
    relaciones.

    Organizamos un
    círculo de sanación para el clero en St. Paul y Minneapolis hace unos años y fue
    poderoso. El arzobispo Hebda participó y los que estaban en el círculo hablaron
    desde el corazón. La justicia restaurativa podría desempeñar un papel
    importante en la reparación de las relaciones entre sacerdotes y obispos en los
    Estados Unidos.

     

    El informe
    reveló que muchos sacerdotes temen las acusaciones falsas, especialmente porque
    una acusación significa la remoción inmediata del ministerio. He escuchado a
    sacerdotes, incluidos sacerdotes de color, compartir de manera conmovedora cuán
    asustados están de hacer casi cualquier tipo de ministerio que los exponga a
    acusaciones falsas y remoción.

    Y aunque
    obviamente deberíamos pecar de creer en las víctimas, cualquiera que sea
    honesto admite que cierto porcentaje de las acusaciones no son creíbles. ¿Cómo
    crees que se desarrollan aquí las cuestiones de justicia? ¿Puede la Iglesia
    institucional proteger y apoyar adecuadamente tanto a las víctimas como a los
    sacerdotes?

    Esta última
    pregunta es muy importante y compleja. Muchas víctimas-sobrevivientes le dirán
    que el dolor de que no les creyeran o de que no se reconociera su abuso fue más
    agudo que el abuso inicial. Los datos muestran que la incidencia de acusaciones
    falsas de abuso del clero sigue siendo baja. A pesar de esto, el temor entre el
    clero a las acusaciones falsas sigue siendo alto: creo que el 82% de los
    encuestados. Este temor es comprensible dadas nuestras actuales circunstancias
    eclesiales y sociales. Además, no me sorprende, sino que me entristece que el
    clero de color tenga un temor significativo en este sentido, ya que esto indica
    cómo las injusticias experimentadas por las personas de color pueden conducir a
    una mayor marginación y al miedo concomitante.

    Debe haber un
    cuidadoso equilibrio entre los derechos e intereses de quienes alegan abusos y quienes
    presuntamente los perpetraron. Por ejemplo, debe haber una manifestación clara
    de un proceso justo y humano para quienes presenten denuncias de abuso y mala
    conducta por parte del clero. De manera similar, también debe haber una
    manifestación clara y sólida del debido proceso para el clero acusado de abuso
    o mala conducta. Hay mucho trabajo por hacer en este sentido, y esta ausencia
    de un proceso claro en ambos lados de las denuncias de abuso sigue siendo una
    privación de justicia en demasiados lugares.

    Las preocupaciones
    que el informe CUA sacó a la luz también revelan la desconfianza entre los
    sacerdotes de que los obispos responderán con justicia al clero acusado de
    abuso o mala conducta. Además, existe consternación entre el clero y muchos
    católicos de que los sacerdotes y obispos sean tratados de manera dispar en
    respuesta a las denuncias de abuso o mala conducta. Esto también sigue siendo
    una privación de justicia y responsabilidad en la Iglesia Católica.

    Por último, existe
    una necesidad apremiante de una mayor uniformidad en los Estados Unidos en lo
    que respecta a los estándares católicos de protección, transparencia,
    terminología, capacitación, juntas de revisión y mejores prácticas. Queda mucho
    trabajo por hacer para convertirse en una comunión católica más justa,
    saludable y vibrante en los Estados Unidos. Tengo la esperanza de que
    seguiremos al Espíritu Santo y la sabiduría de las víctimas-sobrevivientes que
    guíen el camino hacia la restauración.

    Fuente: https://www.pillarcatholic.com/pursuing-restorative-justice-amid-the-churchs-sex-abuse-crisis/

     

  • “Denuncié por encubrimiento de mi abuso al Instituto Verbo Encarnado»

    “Denuncié por encubrimiento de mi abuso al Instituto Verbo Encarnado»


    El Tribuno –  
    Silvia Noviasky –  Entrevista al sacerdote Luis María de la Calle


    Luis María de la Calle cuando tenía 12 años

    (más…)

  • Las “víctimas” del momento

    Las “víctimas” del momento

     

    Padre Gabriel Zapata y el fundador Carlos Buela, encubridores

    (más…)

  • De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor

    De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor

    Los Andes –Ignacio De La Rosa – Miércoles, 27 de julio de 2022 hs


    Luis María de la Calle fue abusado a los 12 años en ese instituto por un religioso. Ocho años después le contó la situación al cura que estaba al frente, aunque nunca se llevó la denuncia a la Diócesis de San Rafael. Recién en 2017 la Iglesia supo del tema, intervino y el abusador fue expulsado por el Papa.


    De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.
    De niño fue abusado en el Verbo Encarnado, se ordenó como cura y denuncia a otro sacerdote por encubridor. Foto: Luis María de la Calle.

    (más…)

  • Advertencia por experiencia

    Advertencia por experiencia

    Quise titular este artículo así: Advertencia por experiencia”, porque me pareció lo más exacto.

    Es una advertencia, es decir, un aviso, para los que están adentro, pero también para los que miran desde afuera y están “a punto de comprar” …

    Y está basada en mi experiencia, lo cual la hace más valiosa, ya que voy a contar hechos reales, históricos y de público conocimiento, admitidos por los mismos superiores encargados.  

    Y hablo por los que no se animan, o no pueden hacerlo. Confío en que este artículo que escribo hoy va a dar sus buenos frutos, de ahora en adelante, ya que “scripta manent” (lo escrito permanece) … y servirá para muchos; no lo dudo.

    Mi advertencia se dirige a los que “están a punto de comprar”; y con esta comparación no quiero banalizar ni mucho menos desacralizar la vida religiosa. Simplemente me pareció muy ilustrativa: cuando estamos a punto de comprar un determinado producto o servicio, lo que solemos hacer es leer los comentarios, informarnos si no ha habido estafas o fraudes, y que no haya casos, por más que sea uno solo, con efectos adversos graves.

    Muchas familias estarán a punto de mandar a su hijo menor de edad, o a su hija menor a alguna de las casas “de formación” del IVE: les quiero advertir, a modo de comentario basado en ciertos hechos admitidos por los mismos “gerentes de la empresa”, que no es una muy buena idea, y que les convendría seguir leyendo este artículo, para hacer las cosas inteligentemente.

    “No todo lo que brilla es oro”, reza el dicho; y yo hoy les confirmo que en el IVE no todo es color de rosas.

    Les cuento que mi caso es ya bien conocido… No soy ningún famoso ni mucho menos. Lo que hice hace algunos años, en el 2016, fue publicar mi historia en un diario de Mendoza, lo cual tuvo gran repercusión en todo el mundo. Sin embargo, ya me conocían muchas familias del IVE, porque estuve allí desde pequeño y hasta hace no mucho, en el 2015, cuando logré liberarme y cambiar mi vida para bien.

    Mi nombre es Luis María de la Calle. Ingresé al seminario menor a los 12 años en el 1997. Allí sufrí un abuso sexual por parte de un diácono que a los meses se hizo sacerdote. Denuncié esta experiencia traumática en el 2005, cuando vencí el miedo, al Padre Gabriel Zapata, solamente de manera oral ya que no me solicitó nada más, teniendo yo 20 años y siendo seminarista mayor de segundo año de filosofía, en San Rafael.

    Más tarde, ya ordenado de sacerdote, hice la denuncia formal por escrito, como corresponde, delante del Obispo de San Rafael, Monseñor Eduardo María Taussig, el cual la tomó y llevó diligentemente a Roma, haciendo todo lo que el Padre Zapata no hizo en su debido momento.

    ¿Qué hizo y qué no hizo el Padre Zapata?

    Lo que no hizo, (y por lo cual acabo de denunciarlo por encubrimiento en la Diócesis sanrafaelina actualmente dirigida por Mons. Domínguez), es llevar mi caso al ámbito de la Iglesia Universal, a la diócesis en primer lugar, y luego
    a Roma, como hizo Taussig. Eso evidentemente no lo hizo.

    En cambio, lo que sí hizo fue comunicar “ad intra” solamente a los superiores del IVE, entre los que estaba de superior general el fundador, el Padre Buela. Y con eso se quedó tranquilo. Ellos sacaron al abusador de Perú donde se encontraba misionando, y lo llevaron a San Rafael, al Monasterio, para que haga penitencia y se rehabilite. A los años ya estaba bastante “rehabilitado”, participando de las reuniones de clero, concelebrando misas en público y votando para el capítulo general del IVE.

    Hasta aquí mi caso.

    Ahora quiero compartir algunas reflexiones importantes, luego de enterarme que muchas víctimas pasan por situaciones parecidas, y el “modus operandi” del IVE no cambia a lo largo de los años.

    Eso en primer lugar: el modus operandi.

    En los pocos años de vida que lleva este instituto, no ha habido grandes cambios en cuanto al modo de llevar adelante las denuncias de abuso, y el trato a los que salen del grupo. Se han comportado y se comportan actualmente, como una secta. Los que salen son mal vistos y se corta toda relación con ellos. Y si hay denuncias o víctimas, los culpables son los que hablan, y terminan siendo los victimarios víctimas, y éstas los delincuentes. Resulta que el escándalo no lo producen los malos, sino los que sufrieron y se animaron a hablar. Todo al revés. Y esto en pro de la institución, para no perder una buena imagen de la obra. A la larga, sabemos que este modus operandi destruye aún más su imagen. Y es justo lo que están cosechando ahora.

    Dentro del modus operandi siempre estuvo la defensa a ultranza del fundador, el Padre Carlos Buela. No les importa si es cierto lo que se dice de él: en todo caso, habrá que cambiar la moral para adaptarla y justificarla a la imagen intocable del fundador. Si besó a un cura, o si anduvo toqueteando a hombres, no estará tan mal; serán “las caricias del abuelo”, -incomprendido, por cierto-, y los denunciantes serán exagerados, puritanos y sembradores de mal espíritu y murmuradores, además de soberbios y desagradecidos.

    Sin embargo, no se sorprendan: “en todas partes se cuecen habas”, como dice el dicho. No nos engañemos con que este síntoma sea exclusivo del IVE.

    Otra reflexión más: no hay que generalizar. Por supuesto, como en todos los ámbitos, tampoco podemos decir que todos sean igual. Yo hago referencia a un modus operandi llevado adelante por ciertos superiores especialmente manipuladores, que suelen rotar y permanecer siempre en sus cargos.

    A propósito de esto último, quiero hacer un llamado al sentido común y generar un disparador de pensamiento libre, que no sea el pensamiento único al cual se nos somete dentro del IVE.

    Es el siguiente interrogativo: ¿Por qué, -y ya después de casi cuarenta años-, siguen yéndose los curas más viejos, y se quedan o entran solamente los jóvenes? ¿No será porque son más manipulables estos últimos, y tienen menos experiencia de vida?… ¿Por qué más de la mitad se han ido? … ¿Por qué esos puestos de influencia, como son los superiores y formadores, están ocupados por jóvenes sin mucha experiencia y sumamente dóciles y obedientes? …

    Hay muchos interrogantes más, pero creo que, para muestra, bastan.

    Si está usted a punto de comprar, le aconsejo que lea también los comentarios negativos que no son tan propagandeados. Sepa que hay muchas víctimas que no saben o no pueden expresarse como lo estoy haciendo yo ahora.

    Sepan que quizás sea yo, Luis de la Calle, el primer ex miembro del IVE que lleve a los culpables de crímenes de abuso sexual y sus encubridores ante los tribunales de la justicia, en el ámbito penal de la República Argentina, y que estamos en pleno proceso.

    Sepan que no lo hago con ánimos de venganza ni odio a nadie, sino todo lo contrario: por compasión de los que están sufriendo allí en este mismo momento, y para evitar futuros daños irreparables.

    Sé que muchos se enojarán por este escrito o por mis acciones, pero también sé que muchos otros agradecerán y compartirán esta visión, al menos, para prevenir prudentemente.

    Lo hago porque yo también tengo dos hermanos en dicho instituto: una religiosa y un sacerdote, y los dos son excelentes personas. Pienso en su bien, tanto moral como psicológico y físico. Así como ellos, conozco muchas personas que tienen las mismas cualidades, y a las que simplemente quiero ayudar.

    No me resulta prudente, como está el IVE ahora, mandar a sus hijos a las casas de menores, como el seminario menor y el “aspirantado” femenino. Porque, aparte de un eventual abuso que se pueda padecer, existe el triste y conocido fenómeno de lavado de cerebro, que comienza justamente a esa tierna edad.

    Como ejemplo para que se entienda: hay muchas personas que no les ha hecho mal consumir suplementos de Herbalife o cualquier otra marca. Pero, con que haya habido al menos uno a más casos de gente que sí le produjo cáncer o algún otro traumatismo, para mí ya es suficiente. No pondría en riesgo, valga la comparación, mi salud ni la de mis hijos.

    El IVE no es la Iglesia. La que goza de notas sobrenaturales es la Iglesia, no el IVE. El IVE forma parte de ella, pero no es de naturaleza divina, sino humana: tan humana como que la fundó el Padre Buela.

    Por lo tanto, alejarse de un ambiente no sano, como mínimo, es lo más prudente. Se puede seguir siendo fieles a Dios y a su Iglesia, desde fuera del IVE.

    Me adelanto a quien diga que en todos lados hay corrupción: sí, muy bien: en todos lados, hasta en la Iglesia de Cristo, hay seres humanos. Por esa misma razón no tienes necesidad de quedarte en el IVE como única opción.

    Conocemos muchas personas que han perdido su salud por quedarse allí mucho tiempo, y para muchas, ya es demasiado tarde.

     

    “Más vale prevenir que curar”, y en lo que nos toca hoy, más vale escuchar
    testimonios
    que mandarse de una.

     

    Les agradezco a los que han leído mi testimonio. Los aliento a investigar más antes de comprar. Y sobre todo los animo a que sean libres. Estamos hablando con libertad, sobre hechos reales, no conspiraciones ni
    calumnias.

    El Padre Buela resultó culpable de 12 casos de abusos demostrados y denunciados. Dentro de poco conoceremos la sentencia. No sabemos si habrá más. Por lo menos, que nos digan la verdad estaría bueno.

    Pueden compartir mi testimonio y ponerse en contacto conmigo para que les explique en primera persona. Es muchísimo más lo que tendría por decir, pero creo que con lo expuesto hasta aquí es suficiente.

    Para más información no duden en escribirme a mi mail: luismdelacalle@gmail.com

    La verdad nos hace libres.

     

    Luis María de la Calle

  • Dr Isabelle Chartier Siben sobre abusos en la Iglesia católica 2021

    Original en @Corref Médias la doctora médico y psicoterapeuta interviene en 2021 en la asamblea de CORREF, Conferencias de religiosos y Religiosas de Francia, sobre los abusos sexuales, psicológicos y espirituales dentro de las comunidades católicas


    (más…)